a gran sorpresa del festival ha sido la reivindicación del alemán Wim Wenders, quien llevaba décadas sin decir algo interesante en sus trabajos de ficción. El cineasta ha presentado en competencia Perfect Days (Días perfectos) y nos ha callado a quienes ya lo dábamos por perdido. De tono minimalista, esta coproducción entre Japón y Alemania sigue la rutina diaria del meticuloso señor Hirayama (un espléndido Koji Yakusho), quien todos los días se levanta con una sonrisa en los labios para luego ir a limpiar baños públicos de Tokio.
Su rutina es invariable, siempre acompañada por la mejor música de rock –Wenders siempre ha sido un gran diyéi– que incluye a Lou Reed, The Kinks, Patti Smith, The Animals et al. (El personaje es un anacronismo viviente, pues la escucha con un tocacintas y toma fotografías con una cámara). Un día aparece una sobrina suya para romper su inalterable soledad. Ella lo acompaña en sus quehaceres, pero su visita es breve. Sin embargo, es suficiente para provocar un cambio.
Como en sus buenos y ya lejanos tiempos, el realizador consigue una asombrosa resonancia emocional con elementos mínimos. Hirayama es un enigma y algo sabremos de él a lo largo del relato. Pero su aparente felicidad oculta algo en su pasado que lo hizo abandonar todo a favor de una vida demasiado simple.
A diferencia de su colega y compatriota Marco Bellocchio, el italiano Nanni Moretti no ha envejecido bien. Puede afirmarse que desde La habitación del hijo (2001), ganadora de la Palma de Oro, no ha vuelto a hacer una película satisfactoria. Su Il sol dell’avenire (El sol del futuro), presentada en competencia, no es la excepción.
Nuevamente, el propio Moretti es el protagonista, interpretando a un director de cine en el rodaje de su nueva película, que trata sobre miembros del partido comunista italiano que, en 1956, protestan contra la represión soviética que ha eliminado a la rebelión húngara. El hombre se encuentra en una crisis, pues su esposa (Margherita Buy) lo deja, la filmación se suspende por problemas de producción y su hija desea casarse con un hombre mucho mayor.
Como es su costumbre, el ególatra actor/realizador vocifera sus puntos de vista sobre el cine actual y otros temas, con varios homenajes a clásicos y gratuitas inserciones musicales. Todo es bastante desarticulado y carente de gracia.
Finalmente, la francesa Catherine Breillat, otrora autora de un cine tenido por transgresor, ha ofrecido en L’été dernier (El verano pasado), última producción francesa en competencia, un desangelado remake de la danesa Reina de corazones (May el-Toukhy, 2019), sobre una exitosa abogada (Léa Drucker) que sostiene una relación sexual con su hijastro adolescente e insufrible (Samuel Kircher).
A saber por qué Breillat ha optado por volver al cine –su anterior película es de hace 10 años– sin aportar nada nuevo a un tema que se ha tratado una docena de veces, con mayor urgencia dramática. Incluso las escenas eróticas son de lo más convencionales. Cosa rara para una directora que ha llegado a contratar al actor porno Rocco Siffredi. Esta vez no hay ningún motivo de escándalo.
Ya en la recta final, la favorita de la crítica de la revista Screen es ahora Las hojas muertas, de Aki Kaurismäki, con una calificación de 3.2. Mientras las de peor rating son Las moscas negras, de Jean-Stéphane Sauvaire, y El sol del futuro, de Moretti, precisamente, empatadas con 1.3.
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