Tras una separación de nueve años, los chilenos se presentaron en el Auditorio Nacional como parte de su gira Ven Aquí
Viernes 9 de junio de 2023, p. 3
Llueve sobre la ciudad se volvió canon de golpe
, exclamaron divertidos dos jóvenes a las puertas del Auditorio Nacional. Visiblemente empapados por el aguacero que se cernía, hicieron referencia a una de las canciones del grupo de rock chileno Los Bunkers, que ofreció el primero de dos conciertos en el inmueble de Reforma ante 10 mil seguidores de todas las edades, que no quisieron perderse el retorno a los escenarios de la icónica banda.
Hace casi una década, en 2014, Los Bunkers anunciaban un receso indefinido con el fin de que sus miembros pudieran dedicar tiempo a otros proyectos. Tras un breve rencuentro en 2019 en el marco de las protestas sociales en Chile, el año pasado confirmaron su vuelta a los escenarios con una gira que arrancó este año y en la que aterrizaron en el Auditorio Nacional para deleitar a sus seguidores con sus temas clásicos y la presentación en vivo de las canciones que han creado tras su regreso.
Con su gira Ven Aquí , retomaron a partir de este año sus presentaciones en Chile y se han integrado a festivales como el Vive Latino, que marcó su vuelta a territorio mexicano, donde ya se han presentado en distintas ciudades, como Monterrey, Tijuana, Pachuca y Guadalajara.
Cancamusa y Peter Gabriel
Días antes de su presentación en la Ciudad de México, el grupo anunció que para sus conciertos en el Auditorio contaría con dos artistas invitados: sus compatriotas Cancamusa y Rulo, propuestas que retoman aspectos del pop y la música popular chilena en sus presentaciones.
En el caso de Cancamusa, joven chilena que lleva tiempo radicada en México –donde ha realizado la mayor parte de su trayectoria– con un pop fresco y de toques bohemios, predispuso los ánimos para la entrada de los hermanos Álvaro y Gonzalo López, Mauricio y Francisco Durán y el baterista Mauricio Basualto.
Tras la presentación de Cancamusa, los acordes de Solsbury Hill, de Peter Gabriel, sonaron para dar inicio al show de la banda originaria de la ciudad de Concepción.
Somos Los Bunkers, de Chile, y estamos de vuelta
. Quince minutos después de la hora señalada para el inicio del concierto, los acordes de Miéntele levantaron de sus butacas al público, que desde el primer minuto se entregó y demostró su pasión a la banda. Te vistes y te vas dotó al recital de un ritmo rocanrolero que mostró las influencias del rock de los años 60 en la música de la agrupación. Con estas dos canciones, los chilenos iniciaron su presentación, agradeciendo al público mexicano su apoyo.
La música de Silvio Rodríguez se hizo presente con Quién fuera, un tributo versión rock de la composición del trovador cubano, idea sobre la que grabaron el disco Música libre (2010) y del cual varios temas brillaron durante el espectáculo, mostrando igualmente el aporte que la canción de autor tiene en la agrupación, y en la que los asistentes corearon la letra al ritmo de la música.
Bajo los árboles, uno de sus nuevos temas con los toques más roqueros, fue bien recibido entre los espectadores, que desbordaron emociones con Ángel para un final, melodía que vino a darle un toque romántico a la primera parte del concierto.
El ambiente volvió a encenderse con Deudas, tema con el que la batería de Mauricio Basualto magistralmente llevó el ritmo acompañado de las palmas del público asistente, al que le siguió Nada es igual, de su disco Vida de perros (2005), pero fue con Ahora que no estás, con un sonido que recordó a un rock más garajero, que nuevamente la banda prendió los ánimos del público con los solos de guitarra e improvisaciones de los hermanos Durán, desembocando en un ejercicio digno del rock más progresivo para luego retomar el ritmo original y poner al público a saltar en sus lugares. La velocidad de la luz, de su álbum homónimo de 2013, rebajó un poco las revoluciones después de la sesión de improvisación generada anteriormente, acercándose a un sonido más rock / pop, con el que el respetable pudo reponer parte de las energías derrochadas hasta el momento.
Homenaje a la canción popular chilena
El momento acústico de la noche llegó con Pequeña serenata diurna, otro tributo a Silvio Rodríguez; Calles de Talcahuano, uno de sus nuevos temas, también fue presentado en formato acústico, retomando el ritmo y los instrumentos de la música folclórica chilena, con el charango y el bombo en La exiliada del sur, un homenaje a la máxima exponente de la canción popular chilena, Violeta Parra, y de grupos como Inti-Illimani o Quilapayún, que completaron con Si estás pensando mal de mí.
Evocación del verano
En la presentación de Rey, los chilenos mostraron de nueva cuenta su faceta más roquera, seguida de Fantasías animadas de ayer y hoy, un rock más fresco, con reminiscencias a los grupos de rockabilly y la evocación del verano, con viajes a la playa, arena y Sol.
Y volveré fue el homenaje que los chilenos realizaron a una de las agrupaciones icónicas de la música romántica en América Latina y compatriotas suyos, Los Ángeles Negros, con lo que llevaron al público a encender la luz de sus teléfonos para acompañar a la banda en su interpretación, que unió a chicos y grandes, demostrando que hay agrupaciones que trascienden a sus épocas.
Con Nada nuevo bajo el Sol y No me hables de sufrir, el respetable volvió a encenderse al ritmo de los acordes más cercanos al hard rock, antes de dar paso a Bailando solo, que convirtió el escenario en una discoteca con todo y una bola de espejos bajando desde el techo y los pasos de baile ochentero de Álvaro López, el vocalista principal de la banda.
Los acordes iniciales de Ven aquí desataron la locura entre el público, que acompañó al grupo durante toda la pieza con los coros, en el punto culmen de su presentación, tras la cual se retiraron del escenario, lo que llevó a los presentes al oe, oe, oe, oe, Bunkers, Bunkers
y al otra, otra
, con el que reclamaban la vuelta de la banda para satisfacer a una audiencia que aún no daba muestras de cansancio.
Los chilenos volvieron con un encore que inició con Canción para mañana, en la que los hermanos Francisco y Mauricio Durán, al igual que los demás integrantes, mostraron su solvencia como multinstrumentistas tocando los teclados y llevando la voz principal. El necio, de nueva cuenta un cover de la canción homónima de Silvio Rodríguez, volvió a levantar los ánimos de los asistentes, que corearon de principio a fin la canción. Pero fue con Llueve sobre la ciudad que el público llegó a la catarsis y comunión con la banda, al entonar a capela las primeras estrofas de la melodía, antes de retomar el ritmo original y no parar de saltar.
Finalmente, Miño fue el tema encargado de cerrar la noche, en un apoteósico final para una velada que fue una montaña rusa de emociones y que, a su vez, sirvió de rencuentro entre una banda que ha llegado con una faceta más madura y un público que, a pesar del paso del tiempo, los sigue teniendo en la más alta estima.