Jueves 15 de junio de 2023, p. 4
La memoria y la nostalgia son dos de los elementos torales de La casa de Ariadna, que, más que un espectáculo, a decir de Adriana Bautista, una de sus creadoras, es una experiencia inmersiva que se vale de la danza y otros recursos escénicos para plantear, entre otros aspectos, una reflexión poética sobre la imposibilidad del encuentro con el otro.
Se trata de una propuesta coreográfica –la cual realiza temporada en la Caja Negra del Centro de Exploración y Pensamiento Crítico (CEX) de la Universidad Iberoamericana– conformada por tres piezas de igual número de autoras que tienen como punto de partida y de cohesión el mito de Ariadna.
Este proyecto escénico, cuya realización cuenta con el apoyo de Efiartes, fue concebido y desarrollado a partir de una instalación transitable, Metro y medio, creada por el artista Juan Carlos Henríquez durante el punto más álgido de la pandemia de covid-19.
Dicha obra artística consiste en un laberinto traslúcido que, tras ser recorrido, ofrecía a una persona la posibilidad de encontrarse, de forma segura, con otra. Ese encuentro estaba mediado por una membrana plástica que dejaba pasar la temperatura corporal, así que quienes entraban, conocidos o no, podían verse, tocarse y hasta abrazarse.
A iniciativa del CEX, fue lanzada una convocatoria para que coreógrafos intervinieran y resignificaran esa instalación a partir de la danza, de lo cual se derivaron tres puestas, estrenadas de manera individual el año pasado: Coincidencias, Rastros y La búsqueda, dirigidas por Patricia Gutiérrez, Adriana Bautista y Erika Méndez, respectivamente.
Ahora, esas piezas fueron adecuadas y articuladas para conformar el espectáculo La casa de Ariadna, cuya coordinación general y ensamble escénico estuvo a cargo de Lorena Abrahamsohn.
La instalación de Henríquez es el punto de encuentro de las tres propuestas y todo ocurre dentro de ella. Es una experiencia inmersiva, más que un espectáculo; hay momentos en los que los espectadores se sienten adentro del laberinto. Lo intervenimos totalmente, no es un espacio escénico, es un espacio poético
, enfatiza Adriana Bautista.
Con duración de una hora, el montaje comienza con la historia de un hombre atrapado en un suéter y todas las coincidencias que lo llevaron ahí. De ese encierro, aparentemente absurdo, se detona la acción y reflexión que dará lugar a diferentes formas de habitar o transitar un laberinto real e imaginario. A la manera de Virgilio, Ariadna será quien guíe al espectador hacia ese encuentro con los otros e incluso consigo mismo.
Aunque en algunos casos no haya sido el propósito, a lo largo de la puesta en escena puede percibirse ese factor extremo o límite al que nos sometió la pandemia, según Adriana Bautista, como esa imposibilidad de tocar a la otra persona o relacionarse de manera cercana.
Son inquietudes que se ven reflejadas en las tres coreografías. Aunque no hayan sido el punto medular de cada una de ellas, sí están latentes; a la vez, esa necesidad y esa imposibilidad del encuentro con el otro
, explica la directora escénica, quien en su coreografía, Rastros, ahonda en los aspectos de la memoria, la nostalgia y la evocación a partir de la historia de Ariadna y su amor por Teseo.
Las funciones son los viernes a las 20 horas y sábados a las 19, en la Caja Negra del CEX (avenida Revolución 1291, colonia Alpes). La temporada concluye el 8 de julio. La entrada es gratuita y el cupo está limitado a 30 personas; se recomienda reservar a través del siguiente enlace: https://bit.ly/3ILY1vg