Justicia y fin de la impunidad en la sierra rarámuri
l próximo 20 de junio se cumple el primer aniversario del asesinato de los jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar y del guía de turistas Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, en Cerocahui, Urique, en la sierra rarámuri de Chihuahua.
El crimen puso los reflectores en el alarmante clima de violencia que se vive en esa región y que había sido denunciado innumerables veces por las comunidades indígenas, las organizaciones sociales y los propios jesuitas, pero nada, nadie, hacía (ni hace) nada.
Después del asesinato, los caminos se llenaron de elementos de la Guardia Nacional, quienes hasta hoy continúan patrullando la zona. En unos días detuvieron a 11 personas ligadas a José Noriel Portillo, alias El Chueco, acusado del asesinato, a quien las autoridades no pudieron detener pese a tanto despliegue y perdió la vida en un ajuste de los propios grupos delictivos.
La región, explica Javier Ávila, sacerdote jesuita de Creel, continúa indefensa. La ejecución de El Chueco no detuvo nada, pues lo que impera aquí es la impunidad. Y reitera que la ejecución de José Noriel fue un fracaso
del gobierno.
La muerte aquí es cotidiana, pero no siempre tiene reflectores. Seis meses después del asesinato de los sacerdotes y del guía de turistas local, la comunidad de Sisoguichi, a 40 minutos de Creel, vivió por lo menos tres horas de pánico provocado por una balacera entre dos grupos delictivos que se enfrentaron frente a la parroquia del lugar. Fueron 107 casquillos percutidos los que encontraron las autoridades.
En esta misma semana, mientras se prepara en Cerocahui una marcha y velada por el primer aniversario de los jesuitas, ocurrieron otras balaceras en la región. En Chihuahua, la capital, se realizará otro acto político. Y como desde hace décadas, se continuará exigiendo que cese la violencia, la deforestación, el despojo territorial por parte del crimen organizado, empresas turísticas y el gobierno, lo que ha ocasionado un desplazamiento forzado de cientos de rarámuris que huyen de la barbarie. Justicia y fin de la impunidad en una sierra en la que las comunidades resguardan la esperanza y sólo quieren vivir en paz.