Lunes 19 de junio de 2023, p. 7
Madrid. El grupo Los Cogelones está integrado por los hermanos Sandoval: Marco, Víctor, Beto, Adrián y Gabo, que crecieron en los arrabales de Ciudad Nezahualcóyotl. Cuando tenían siete años los despertaban de madrugada para hacer de albañiles y han pasado la mayor parte de su vida sin salir del barrio.
Ahora, después de 15 años de existencia, esta banda de punk rock mexica experimental
comenzó una segunda gira en España en la que fusiona dos mundos: sus primeras referencias musicales, como Kurt Cobian y Jim Morrison, con los cantos y danzas de sus ancestros, que descubrió después y que le han permitido crear una música que se celebra fuera de las fronteras de México.
Los cinco hermanos iniciaron sus andanzas por estas tierras con un ritual: en el mítico ahuehuete del parque del Retiro, el cual fue traído de México y que es el más antiguo y querido de la ciudad, realizaron una ofrenda de agradecimiento al corazón
del árbol por permitirles regresar a cantar.
Con aroma de copal
Con danzas y ritmos ancestrales, así como el intenso olor del copal que se expandió por el parque y la ciudad, primero recorieron las calles madrileñas, vestidos con ropajes tradicionales mexicas, y con algunas insignias de los roqueros clásicos: aretes, tatuajes y paliacates.
En entrevista con La Jornada, el grupo habló de sus orígenes musicales, tan singulares como su obra: nunca recibieron formación, casi todo su talento es de oído y los instrumentos que tocan los han ido conociendo de forma empírica: guitarra eléctrica, batería, bajo, huéhuetl (tambor vertical de tres patas y con una membrana de piel estirada), teponaztli (el tambor horizontal ahuecado que imita el sonido del agua), caracol, tlapatzalli (las flautas simples, dobles o triples) y tzicahuastli (idiófono o raspador hecho de hueso y muescas transversales).
Agregaron: El sonido nos encontró. Estábamos en el punk queriendo morirnos a los 27 años, como Cobian o Morrison, y lo único que deseábamos en la música era destrucción, empedarnos, drogarnos y mucho sexo. Teníamos serios problemas existenciales y de identidad que nos llevaban a actos como romper vidrios, ventanas, patear puertas, subirnos a los carros a brincar y que la gente nos correteara. Pero nos encontró la tradición, la danza, y eso no disciplinó. Y nos dimos cuenta de que la danza era algo sagrado y que teníamos que respetar. A partir de ahí empezó nuestra transformación y comenzamos a convivir con los instrumentos
.
–¿Por qué tuvieron esa fase tan intensa de destrucción y búsqueda de identidad?
–En parte porque nuestro barrio es un desmadre, pero también teníamos un problema de identidad. Nos veíamos al espejo y no mirábamos nuestra cara en la televisión ni en revistas ni en periódicos. Y cuando encontrábamos nuestros rostros en esos lugares éramos el clásico violador, el ratero, el que asaltaba, el que mataba o el taxista o el jardinero. Nunca éramos el chido, el protagonista ni algo bueno. Todavía hay lugares en los que nos ven y se asustan, guardan su celular o se preguntan por qué estamos ahí. Nos hemos sentido estigmatizados, así que lo único que pensábamos era mandar a todos a chingar a su madre. Era por un enojo que no entendíamos; fuimos muy infelices de niños. La música fue nuestra puerta de salida a todo eso.
Con el paso del tiempo, Los Cogelones, cuyo disco más reciente es Hijos del Sol, encuentran en la música y la danza de sus ancestros, los mexicas del Valle de México, paz. El sonido les permitió sacar la furia y las emociones, muchas nobles y amorosas, que llevaban dentro. No tuvimos una formación musical. Nuestro primer acercamiento con la música fue en la secundaria, en la banda de guerra, ahí conocimos la corneta y el tambor, era como trabajo, algo como militar. Nos llamamos Los Cogelones porque éramos una banda de punk rock que quería la destrucción de la cultura, por decir algo. Deseábamos rebelarnos a la vida y al sistema, así que buscamos un nombre que cuando lo oyera la gente nos aventara cosas
, sostuvieron.
En cuanto a su forma de entender la vida de su barrio añadieron: Con nuestra música también queremos decirle al barrio que hay otras opciones, otros lugares, que no sólo estamos predestinados a trabajar de sol a sol. Que se quiten esa falsa idea de que tienen que ser un taxista o un albañil. Muchas veces se piensa que esa es la vida que te toca y que no hay más, pero Los Cogelones es de alguna manera una prueba de que no es así
.
El grupo ganó la última edición del Observatorio Transoceánico, plataforma de internacionalización impulsada por la Fundación Gladys Palmera, y cuenta con el apoyo del ministerio de Cultura de España, lo que le permitió iniciar esta gira en la Casa de América de Madrid y lo llevará a otros escenarios de España y de más países europeos. Después volverá a México, en julio grabará su nuevo disco y en septiembre iniciará un tour en Estados Unidos.