os últimos 15 días hubo tres cierres de importantes vías de comunicación por habitantes que protestaban por la tala de árboles. El primero lo hicieron pobladores de varios municipios del estado de México. Bloquearon durante casi seis horas la autopista y la carretera federal que une a la Ciudad de México con Toluca, capital mexiquense. También participaron residentes de la alcaldía capitalina de Cuajimalpa. Estos últimos llevan décadas viendo cómo sus bosques son destruidos por los desarrolladores
inmbiliarios y los talamontes. Exigieron, además, que las autoridades citadinas controlen la deforestación en las alcaldías Tlalpan, Milpa Alta y Magdalena Contreras.
El segundo bloqueo lo realizaron habitantes de Tepoztlán en protesta porque las autoridades no actúan contra los talamontes que arrasan árboles hasta en el mítico cerro del Tepozteco. Además, cerraron el acceso a él para evitar incendios y depredaciones durante el estiaje.
El tercero estuvo a cargo de comuneros y activistas ambientales de San Miguel Topilejo, alcaldía de Tlalpan. Bloquearon ambos sentidos de la autopista México-Cuernavaca y la carretera federal, para exigir a las autoridades federales y locales que actúen contra los delincuentes ambientales y los sujetos armados que los acompañan. A plena luz del día derriban árboles y se los llevan rumbo Huitzilac, Morelos, otra área en poder de los criminales. Cabe agregar que en más de 200 ocasiones los comuneros de Topilejo han pedido al gobierno de la ciudad detener a los grupos criminales. Cero éxito, igual que en La Marquesa y en Tepoztlán. Todo queda en promesas. La Guardia Nacional, ausente.
La destrucción de selvas y bosques sigue en marcha por el país y es factor clave para que tengamos una intensa ola de calor extrema que ha cobrado 10 vidas, de las que el presidente López Obrador no estaba enterado. Esa ola evidencia otro grave problema: la falta de agua para cubrir las necesidades de la población, el sector agropecuario y la economía en general. Las ciudades de La Paz y Los Cabos, en Baja California Sur, son ejemplo extremo. Le siguen todas las del norte y centro del país. En muchos casos, la mancha de asfalto impide que el agua de lluvia alimente los mantos freáticos de los que se abastecen. Como resultado, los 653 acuíferos que almacenan agua para dos quintas partes de la población nacional están sobrexplotados, como el de la CDMX.
Más de 200 ya no tienen líquido mientras los grandes embalses son insuficientes para cubrir las demandas. La sequía y el aumento de las temperaturas los tienen muy por debajo de sus niveles. El de Cutzamala, que surte a la CDMX y parte de su área conurbada, apenas a 34 por ciento de su capacidad.
México figuró hace 50 años mundialmente por sus megaobras para almacenar agua y con ella surtir a la población e irrigar 7 millones de hectáreas. Hoy están abajo de 50 por ciento de su capacidad. Algunas azolvadas por la basura y la tierra que arrastran los ríos que los surten. Otro efecto de la deforestación de la mayor parte de las 700 cuencas hidrográficas. Unas 300, contaminadas por las aguas negras de las ciudades y la industria.
El agro, en crisis. Zacatecas, la entidad donde más frijol se cosechaba, lleva ocho meses sin lluvias. En otras más las siembras de maíz y frijol, calabaza y chile, básica en la alimentación de millones de mexicanos, a punto de perderse por la misma causa y al calor intenso.
En enero de 2022, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que el Congreso de la Unión incurrió en una omisión legislativa al no emitir la Ley General de Aguas. Ordenó a diputados y senadores expedirla antes de agosto de 2024, cuando termina la actual Legislatura. La ley vigente data de 2012 y es obsoleta. Ese 2012 se elevó a rango constitucional el derecho a dotar de agua limpia y suficiente a la población.
Pero apenas en mayo pasado el Senado informó que sometería a una amplia consulta la iniciativa para la nueva ley. La idea es tener en agosto próximo un proyecto consensuado
para discutirlo y aprobarlo a partir de septiembre.
Calor intenso, sequía y carencia de agua como nunca. Pero no existe un plan gubernamental para enfrentar estas graves crisis. El aparato oficial, muy ocupado en las absurdas y costosas precampañas electorales de los candidatos de Morena, no en velar por el bienestar de la nación.