Miércoles 12 de julio de 2023, p. 30
Tijuana, BC., Ellos y nosotros le llamamos the borderland (la zona fronteriza). Mide más de un kilómetro de largo y es aún más pequeña a lo ancho; por ella 70 mil vehículos cruzan al norte cada mañana a través de unos 30 carriles de la garita de San Ysidro. Su dinámica marca la vida de Tijuana, el municipio más poblado del país, que hoy cumple 134 años forcejeando con la violencia, la gentrificación, la migración y su fama de coqueta
.
Estudiantes, trabajadores y viajeros de ocasión abarrotan los carriles de una vialidad que lleva directo a la Interestatal 5, el punto donde comienza su recorrido de casi 2 mil 250 kilómetros, cruza California y llega hasta la frontera con Canadá.
Pero están también los que cruzan a pie, algunos en el mismo puerto de entrada de San Ysidro, a un lado de los vehículos, en la garita peatonal o PedEast. Por ahí cruzan unas 20 mil personas diariamente.
El ritual fronterizo está muy bien descrito en El tercer país, un libro de Michael S. Malone sobre la historia y el funcionamiento de la región Tijuana-San Diego: “A lo largo de la acera que conduce al PedEast esperan miles de personas: padres guiando a sus hijos, turistas arrastrando las maletas, estudiantes cargando mochilas con libros, ancianos cansados apoyándose en el barandal, empresarios impacientes” y también trabajadores agrícolas que van al aeropuerto de San Diego, desde donde volarán a estados lejanos para cosechar champiñones o espárragos o a ordeñar vacas.
Desde Tijuana, Elizabeth Villa y otros historiadores han escrito obras sobre cómo interactúan dos ciudades alejadas de los centros de poder: Washington y la Ciudad de México.
Aunque San Diego tuvo un gran desarrollo desde el siglo XIX, cuando Tijuana era apenas un rancho (el de La Tía Juana), el aislamiento y las prohibiciones estadunidenses las unieron.
Quienes viajan del centro del país a Tijuana suelen enterarse de que hasta la década de 1980 aquí no se conocían los pesos. El dólar era la moneda corriente y hoy las rentas y la compra de departamentos o casas se pagan en esa divisa.
Desde la joven ciudad, los más afortunados usuarios del cruce usan la Secure Electronic Network, la famosa tarjeta Sentry (red electrónica segura para la inspección rápida de viajeros), que evita hasta ocho horas de fila.
Tijuana no merece la fama que tiene. Tijuana es mucho más
, dice Monserrat Caballero Ramírez, la alcaldesa que duerme en un cuartel militar.
En efecto, ahí están los 20 mil puestos vacantes en la industria maquiladora han amortiguado el impacto del flujo migratorio; el turismo de cirugías estéticas, una industria que, según datos oficiales, genera mil 300 millones de dólares anuales, y el auge del sector inmobiliario, entre otros.
También están los muertos de todos los días, el alto consumo de drogas, sus famosos centros nocturnos de table dance.
Tijuana tiene una arraigada reputación de satisfacer el deseo yanqui de pecado y vicio, pero la mayoría de sus famosas instituciones ilícitas fueron propiedad, diseñadas e incluso dirigidas por ciudadanos estadunidenses. Históricamente ha ayudado a mantener la fachada de pureza de San Diego al cargar y ocultar muchos de los pecados de su vecino del norte
, dice Malone.