omo ocurre cada año, la temporada vacacional en curso genera un incremento en los flujos carreteros y, con ello, un aumento de los accidentes en las rutas vehiculares del país. Así ha ocurrido en las autopistas más utilizadas, pero el caso de la que enlaza Querétaro con la Ciudad de México es especialmente preocupante: apenas pasa un día sin que los medios reporten alcances entre automotores, unidades incendiadas o carambolas
entre más de dos vehículos, en las que con frecuencia se ven involucrados tráileres y transportes de pasajeros.
En la madrugada de ayer, un autobús que procedía de Colima volcó en esa vía rápida a la altura del municipio de Jilotepec, con saldo de siete personas muertas y cerca de dos decenas de lesionados.
Los accidentes de tránsito no son el único problema. La delincuencia también se ha hecho presente y en tiempos recientes han proliferado los asaltos a unidades de transporte y de pasajeros, sobre todo en la vía mencionada, el Circuito Exterior Mexiquense y el Arco Norte. Ante tal situación, transportistas del estado de México han llevado a cabo manifestaciones e incluso se organizó un grupo de autodefensas
dispuestos a hacer justicia por propia mano.
Es claro que la peligrosidad de la red de autovías que se extiende por el norte de la ciudad capital es un fenómeno multidimensional que reclama acciones en varios frentes. El más inmediato de ellos es una más estrecha vigilancia carretera sobre tráileres y otros vehículos de carga.
Un informe reciente de la Guardia Nacional revela que a diario en la México-Querétaro se levantan entre seis y 15 infracciones a conductores de unidades de esa clase, lo que parece insuficiente. Además de vigilar más extensamente la conducta de los choferes, parece pertinente establecer puntos de revisión de los vehículos.
Más allá de las facultades policiales, las autoridades de la Secretaría de Comunicaciones, Infraestructura y Transportes, las del Trabajo y las de Protección Civil deben revisar las condiciones laborales de los conductores, quienes suelen tener en ellas un factor de presión que los orilla a conducir más rápido de lo debido y a saltarse reglas elementales de tránsito.
En lo correspondiente a las expresiones delictivas, debe considerarse que los asaltantes en carreteras suelen actuar en zonas de alta conflictividad social, particularmente en regiones tradicionalmente huachicoleras.
Más allá de la obvia necesidad de patrullar con más intensidad las autopistas, es necesario acelerar fuera de ellas la reconstrucción del tejido social y del estado de derecho, así como redoblar los esfuerzos para la generación de bienestar.
A mediano y largo plazos es deseable que el próximo gobierno federal, sea cual sea su signo, continúe e intensifique la labor del actual en la construcción de vías férreas en diversos puntos del territorio nacional, particularmente en el centro del país a fin de, literalmente, aligerar la carga actual de la red carretera y ofrecer una alternativa más barata, menos contaminante y menos peligrosa que la de los vehículos de combustión interna.