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Mañana continúan los juegos

Puebla derrota 7-5 a los Diablos Rojos y empata la serie 1-1
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▲ Moisés Gutiérrez (derecha) durante el juego de ayer.Foto Diablos Rojos
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de agosto de 2023, p. a12

En los albores del cine de aventuras, los viejos seriales se interrumpían para crear suspenso. El héroe a punto de caer de un peñasco ode ser partido por la mitad con una sierra afilada. Este partido se jugó así, como folletín por entregas, y en el episodio anterior los Diablos perdían 3-1 ante Pericos de Puebla en el segundo juego de la serie de zona.

Estaba por iniciar la sexta entrada cuando una borrasca se desplegó sobre el oriente de la Ciudad de México. Vientos feroces, lluvia cerrada y truenos en el estadio Alfredo Harp Helú con ese techo en forma de tridente que semejaba la vela de un bergantín en medio de la zozobra. El partido fue suspendido y el anuncio por los altavoces fue como el continuará de aquellas hazañas antiguas por episodios. En la segunda parte, los Rojos cayeron por el desfiladero y perdieron 7-5 ante Pericos para empatar la serie (1-1) y continuar la trama mañana en Puebla.

Un día después de la tormenta regresaron adonde se había quedado la historia. Con un relevista escarlata, Conner Greene, que fue una especie de abridor pues retomó el juego en la sexta entrada.

Este duelo empezó el sábado pasado y ayer seguía en lucha. ¿Es mucho, poco en la era del vértigo y la satisfacción inmediata? Qué importa, parecen coincidir los aficionados con sus nervios y paciencia bien templados. Dos días con la pizarra sin movimiento, pero siempre a punto de cambiar.

Y sucedió: Danny Ortiz pegó un doble que se tradujo en dos carreras más para los Pericos, ese mismo pelotero que un día antes había atrapado una bola a pocos centímetros del suelo para conseguir un out y quedarse en el guante con las tres carreras que habrían sido la remontada de los Diablos.

Era la séptima entrada cuando recibieron ese par de timbres. Apenas un inning y ya habían subido dos veces al montículo escarlata para esas reuniones misteriosas. Los guantes en la boca para ocultar lo que decían. Nadie fuera de los involucrados lo supo, pero en consecuencia a esas palabras enigmáticas bajaron a Greene, Fabián Cota y José Bravo, porque ninguno sostenía a flote la nave.

Los Pingos reaccionaron tarde con una carrera en la séptima producida por Julián Ornelas, pero en la novena los Pericos les anotaron un par de veces para contener cualquier eventual estallido de júbilo.

Un drama en dos partes merecía un final catártico, algo digno de un partido de dos días. Y los escarlatas anotaron tres veces en su última oportunidad. Una empujada por Jesús Fabela y un par de Japhet Amador con un jonrón que alimentó la ilusión.

Dos outs y Juan Carlos Gamboa puso la coda: se resistía a dar por terminado ese episodio, se aferraba con las uñas para no caer por el desfiladero. La caída fue inevitable y Diablos terminó por despeñarse. Ahora viajarán a Puebla para intentar rescribir esa historia.