Intentar humanizar a los animales con vestimentas y adornos, es otra forma de maltrato, sostiene el doctor Pedro Martínez Arteaga
n su edición del 25 de junio del año 2000 la revista Proceso publicó una reveladora entrevista con Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato de la Alianza por México a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. La nota iniciaba con un señalamiento: Encubierto por los gobiernos priísta y panista y de plano ignorado por el gobierno perredista del Distrito Federal, que prefirió llevar la fiesta en paz con la empresa de la Plaza México, el espectáculo taurino presenta los signos de una agonía lenta pero segura debido a la desorganización de sus promotores y a la negligencia de las autoridades
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Transcurridos 23 años, ni dos adineradas empresas ni las autoridades de la Ciudad de México ni la alcaldía Benito Juárez ni ningún partido político ni gremios ni crítica especializada ni nadie atinaron a proteger la rica tradición taurina de la capital, con 497 años de antigüedad, ni a blindar el coso con mayor capacidad en el mundo −42 mil localidades−, cuyas sucesivas administraciones sospechosamente se conformaban con una asistencia de 10 por ciento del aforo gracias a su poco apasionante oferta de espectáculo. Casi al final de la entrevista, López Obrador sostuvo: si la fiesta brava demuestra que vale por sí misma, es decir, si los directamente interesados la hacen valer, el apoyo residirá en hacer cumplir la reglamentación correspondiente, sin complicidades ni intromisiones innecesarias
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Ya se vio cómo unos hicieron valer la fiesta, propiciando premeditadas intromisiones de otros.
Lo anterior viene a cuento porque el prestigiado investigador Pedro Martínez Arteaga (Zacatecas, 1958), médico veterinario zootecnista con maestría en Ciencias Políticas con orientación en economía pecuaria y doctorado en veterinaria por la Universidad de Córdoba, España, que le otorgó la calificación de “sobresaliente cum laude” por la defensa de su tesis doctoral Lesiones anatómicas producidas en el toro por los trebejos empleados en la lidia, autor asimismo de libros sobre cirugía experimental, terapéutica quirúrgica veterinaria, ecología y biología animal, entre otros; desde hace más de 20 años jefe del Departamento de Cirugía Experimental y Medicina Comparada en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Zacatecas, miembro de varias asociaciones científicas y veterinarias, fundador de la Sociedad Mexicana de Médicos Veterinarios Zootecnistas en Taurología o estudio científico del toro de lidia, antes Asociación Nacional de Veterinarios Taurinos, fundada en 1989 por los MVZ Santiago Aja, Benjamín Calva y Arturo Berni; maestro y conferencista y durante más de dos décadas jefe de los Servicios Veterinarios de la plaza Monumental de Zacatecas, no obstante tamaños antecedentes y experimentado desempeño, el doctor Martínez ya no fue ratificado en su cargo por el presidente municipal de Zacatecas, Jorge Miranda, del Partido Verde.
“Hay un triángulo vicioso perverso y oscuro −observa el doctor Martínez− entre torero, empresa y ganadero más autoridades omisas que anteponen sus intereses a los de la fiesta y del público, y que parecen olvidar que la monumental de Zacatecas es una plaza de primera. Es una falacia afirmar que la espada atraviesa el corazón del toro. Lo que realmente provoca la muerte del astado es que el acero lesiona o corta la vena cava caudal y transcurren sólo ocho segundos entre la suerte y la muerte que, ojo, es inmediata e indolora. Pero, claro, eso requiere un dominio cabal de la suerte suprema por parte del torero. Por cierto, intentar humanizar a los animales con vestimentas y adornos, es otra forma de maltrato que no se censura”.