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Eduardo Casar escribe, pero el lector es el que crea la poesía

El autor recibirá hoy la Medalla Fray Luis de León del primer Encuentro de Poetas Iberoamericanos en la CDMX

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▲ Aquí, el autor durante la entrevista. Explicó que la poesía no tiene qué ver con argumentos, sino con los sentidos.Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Lunes 25 de septiembre de 2023, p. 2

El poeta hace su poema y el lector crea la poesía, dijo el escritor Eduardo Casar (CDMX, 1952), quien este lunes recibirá la Medalla Fray Luis de León del primer Encuentro de Poetas Iberoamericanos en la Ciudad de México.

El académico explicó a La Jornada que le gusta recibir ese reconocimiento porque De León es uno de sus poetas preferidos del siglo XVI.

Casar mencionó que cualquiera puede oír o leer un poema de un autor muy famoso y no sentir ningún efecto estético o poético, aunque los críticos y los profesores digan que está muy bien. Los argumentos no pueden convencer de que algo guste. Tiene que ver con los sentidos.

Consideró que si bien la novela es “el género hegemónico en la actualidad y el cine nos ha educado a todos en narrativa, la única leve capacitación que tienes en poesía son las canciones, que sin su música ya no sirven.

José Alfredo Jiménez es fuerte, como Jaime Sabines, que es un poeta muy popular porque tiene un lenguaje contundente, manejaba de manera excelente las emociones y leía muy bien, añadió el autor de Grandes maniobras en miniatura.

Eduardo Casar mencionó que el poema es para que al escucharlo o leerlo se sepa si es del gusto de la persona y por ello busca más, por eso las antologías de poesía funcionan y difunden muy bien, porque los poemas son como insectos; en cambio, las narrativas son como mamíferos: se mueven con otro ritmo.

El ganador del Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2009 agregó: “escribo los poemas de a gratis. Básicamente, soy profesor de literatura. En la Facultad (de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México) llevo 49 años dando clases, 22 años en la Escuela de Escritores de la Sogem, así como en las escuelas de provincia, en las giras que antes había.

Escribo todo el tiempo desde que entré a la facultad, no para aprender a escribir, porque las cosas académicas no sirven para eso, sino los talleres. La escritura es más oficio y entrenamiento, como en los bailarines. Uno es muy bueno porque estuvo entrenando, aprendiendo poco a poco, y aunque haya hecho muy buenas cosas, sigue tomando su clase, añadió el poeta.

El también conductor de televisión recordó que su inicio en la literatura ocurrió en 1971, hace 52 años, “porque los cuates que me cayeron mejor, cuando entré a la carrera, escribían. Me eché un poema, me dije: ‘mira, soy poeta’, y me sirvió de pasaporte. Luego me gustó y me encarreré en eso.

Los narradores necesitan disciplina para no salir del mundo que están creando, del hilo conductor, de sus personajes, de la lógica; trazan mapas, cartas de navegación; en cambio, un poema de pronto se te ocurre y dices está bien y lo haces.

La musa es el lenguaje

En adelante, continuó el profesor Casar, “vas aprendiendo posibilidades expresivas. Imito a los autores que me gustan, y eso me sirve de aprendizaje. A cierta altura no dices: ‘voy a usar tal recurso o una serie de metáforas y metonimias para crear a través de una consonancia’. No. Escribes como sientes que te vas acercando. Hay muchísimo de improvisación en el poema”.

Sus temas actuales, contó, tienen muchas cosas de la muerte, pero no es porque yo esté más cerca de ella que del nacimiento. Desde el principio se me hacía una cosa impresionante. No la alcanzaba a dimensionar, no había leído sobre eso.

–¿De dónde viene el poema?

–La musa es el lenguaje; es decir, si yo digo ahí (señaló una lata de cerveza) hay una especie de mar efervescente porque tiene movimiento. Hay líquidos reposados, como un vaso de agua, y no reposados, como éste. Lo de ahí es una especie de pequeño mar anaranjado con su oleaje blanco que no se define como en las franjas de una playa, sino que sube como la erupción de un volcán.

“Lo estoy inventando, haciendo comparaciones, símiles; una palabra trae a otra. En vez de que sea agua mansa es agua brava, agua ardiente, aguardiente. La inspiración es ese juego que pasa con el lenguaje cuando estás escribiendo.

“Si escribes a la hora de estar redactando pones: ‘a pesar de que no había sol, había mucha luz’, la palabra ‘luz’ te lleva a otra cosa, te abre un campo semántico, una vía de significaciones, y al final de lo que escribes, sea un reportaje, un testimonio, un relato, un recuerdo o un sueño, salen cosas que no conocías porque las hiciste con el lenguaje.”