Leonardo Prieto en Holanda
a música de Leonardo Prieto (Ciudad de México, 1978) es realmente especial. No sólo enlaza los ecos de la música tradicional con las rutas del porvenir; lo hace con una sorprendente naturalidad, con trazos firmes y delicados, construyendo así una voz propia que sobresale feliz e inevitablemente en medio de la sobreoferta sonora de estos días.
Cuando hablamos aquí de música tradicional podemos voltear a las diferentes geografías de tres continentes y cuando hablamos de las rutas del porvenir, bien podemos articular desde el jazz, el rock en oposición o la música clásica contemporánea; la música nueva.
En los primeros instantes de su primer disco, Sembrando, el joven maestro pareciera alojarse en las atmósferas de la nueva academia, pero un instante después, las líneas del piano y la voz nos instalan en una ruta melódica declaradamente popular, sin perder nunca la elegancia del decir y del cantar.
Leonardo se encarga del piano, la jarana, el requinto, el tres cubano y la voz; Fuensanta Méndez canta también, Pablo Rodríguez está al violín, Loek van den Berg en saxos alto, tenor y soprano; Johannes Fend en contrabajo, Philip Kukulies en percusiones de todo tipo, y Daan Arets en la batería. Cuatro de ellos son músicos holandeses. Leonardo lleva seis años de radicar en Holanda, dando clases de piano, tres, y sociología de la música en el Conservatorio de Róterdam.
Sigue girando el disco y los saxos se entreveran con las cuerdas y las percusiones. Por momentos, son ritmos con ecos apenas insinuados, pero firmes de las Antillas. De la nada aparece entonces una jarana que se inserta y puntea y baila con singulares trotes que enlazan (por extraño que parezca) el calor de la huasteca mexicana con los contoneos del Medio Oriente.
En Europa, estos momentos serían ubicados en los anaqueles de la llamada World Music, pero ya desde aquí saltan a la vista (y al oído) los sones istmeños, los abajeños, los huastecos, sin limitarse
a los aparadores del folclor o la música regional, buscando (y encontrando siempre) ya resquicios, ya grandes descampados del avant garde o de lo que todavía conocemos y reconocemos como jazz. Medio segundo después, la viola impone un enorme contraste a través de su Interludio. Es cuando mi preconsciente y yo recordamos que el espacio de esta columna es limitado y le damos voz a Leonardo Prieto:
“Este año vine a presentar mi primer disco. Hicimos seis fechas en Xalapa, Querétaro, Guanajuato, Hidalgo y la Ciudad de México. Regresamos a Róterdam en febrero, reinicié mis clases en el conservatorio, hicimos una pequeña gira por Holanda y Alemania. Ahora volví a México para casarme y el 6 de octubre nos vamos otra vez para seguir con nuestro trabajo por allá.
“En Holanda encontré un lugar muy especial, porque en el Conservatorio de Róterdam hay un departamento dedicado específicamente a las músicas del mundo (o World Music) y además están el departamento de música clásica y el de jazz.
Llegué en 2016, audicioné en los departamentos de piano y de composición; me aceptaron en ambos y les propuse hacer algo que no existía: una maestría en ambos al mismo tiempo. Lo aceptaron y así me pude titular en 2018. Cuando estaba terminando la maestría, entré a dar clases al departamento de World Music.
–¿Estudiaste música acá en México?
–Sí, primero con maestros privados; luego en el CIEM. Me titulé en dos carreras: composición y algo que se llama Music Theory, en inglés, porque los exámenes de titulación los hacíamos ante la Trinity College London, Inglaterra.
–¿Por qué decides irte de México?
–Porque llevaba ya varios años tocando aquí y me sentía muy cómodo; sentía que todo estaba funcionando, y de alguna manera visualicé mi vida en los próximos 20 años haciendo esto. Me gustaba mucho, pero quería crecer un poco más como músico. En México tocaba mucho, entonces de pronto te queda poco tiempo para estudiar y para pensar un poco en lo que quieres hacer.
–¿Cuándo publicas el disco?
–Lo grabamos durante la pandemia y lo presenté después en una sala muy bonita, DeDoelen, que es donde toca la Filarmónica de Róterdam, algo similar al Palacio de Bellas Artes.
Salud.