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La causa más bella de la humanidad
C

uando Nelson Mandela fue liberado en 1990, tras 27 años de cárcel, su primer viaje fuera del continente africano fue a Cuba. Allí expresó su profundo agradecimiento al pueblo cubano por su inquebrantable apoyo a la lucha en contra del sistema de apartheid en Sudáfrica. “El pueblo cubano –declaró– ocupa un lugar especial en el corazón de los pueblos de África. Los internacionalistas cubanos hicieron una contribución a la independencia, la libertad y la justicia en África que no tiene paralelo por los principios y el desinterés que la caracterizan.”

Un factor determinante en la caída del sistema de apartheid fue la derrota de las fuerzas sudafricanas cuando éstas invadieron Angola. En Angola, que apenas había ganado su independencia de Portugal en 1975, se disputaban el poder el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), de ideología marxista, el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) y la Unión Nacional por la Independencia Total de Angola (Unita), estas dos últimas de tendencia anticomunista. Dada la popularidad del MPLA, tanto Estados Unidos como Sudáfrica dieron su respaldo a las fuerzas anticomunistas. Henry Kissinger impulsó una invasión de tropas de Zaire en el norte, y desde el sur tropas sudafricanas intentaron tomar la capital de Luanda. Fue entonces que el MPLA solicitó la ayuda de Cuba.

“Yo me encontraba en prisión –contó Mandela en su mismo discurso en Cuba– cuando por primera vez me enteré de la ayuda masiva que las fuerzas internacionalistas cubanas le estaban dando al pueblo de Angola –en una escala tal que nos era difícil creerlo– cuando los angoleños se vieron atacados en forma combinada por las tropas sudafricanas, el FNLA financiado por la CIA, los mercenarios y las fuerzas de la Unita y de Zaire en 1975”.

Nombrada Operación Carlota, en honor a la esclava cubana que en 1843 lideró una rebelión, llegaron a Angola 35 mil soldados cubanos, así como el más avanzado material militar que poseía la isla. Con este apoyo Angola logró hacer retroceder a las tropas de Sudáfrica. Sabiendo que la potencia racista no se daría por vencida, el entonces presidente angoleño, Agostinho Neto, pidió a Cuba que sus fuerzas permanecieran en el país para salvaguardar su integridad territorial. Entre 1975 y 1991 más de 300 mil soldados cubanos pasarían por Angola. Cuba enviaría además médicos, maestros y técnicos para apoyar en la construcción de infraestructura.

“Algunos imperialistas se preguntan por qué ayudamos a los angoleños, qué intereses tenemos nosotros allí –declararía Fidel Castro–. Ellos están acostumbrados a pensar que cuando un país hace algo es porque está buscando petróleo, o cobre, o diamante, o algún recurso natural. ¡No! Nosotros no perseguimos ningún interés material, y es lógico que los imperialistas no lo entiendan […]. ¡Estamos cumpliendo un elemental deber internacionalista cuando ayudamos al pueblo de Angola! […] Simplemente aplicamos una política de principios. No nos cruzamos de brazos cuando vemos a un pueblo africano, hermano nuestro, que de repente quiere ser devorado por los imperialistas y es brutalmente atacado por África del Sur.”

Efectivamente, Sudáfrica volvería a atacar a Angola. En Cassinga, Sudáfrica lanzó un ataque aéreo a refugiados de Namibia (antigua colonia alemana bajo el dominio de Sudáfrica y ubicada entre este país a Angola), masacrando a más de 600 personas, la mayoría mujeres, adolecentes y niños. Cuba acogería a 600 de los sobrevivientes dándoles la oportunidad de estudiar en la isla. Entre ellos estaban Claude Grace Uushona, quien después sería la primera mujer en ocupar un puesto de gubernatura en Namibia, y Sophia Ndeitungo, quien estudió medicina en La Habana y en Namibia regresó a ser jefa de servicios médicos de las fuerzas armadas.

El principio del fin para el régimen de apartheid se dio en 1988 con la batalla de Cuito Cuanavale, donde la participación de las fuerzas cubanas fue decisiva. La humillante derrota de Sudáfrica puso de relieve el mito de la superioridad blanca, sus soldados empezaron a desertar y el movimiento contra la conscripción creció. Su aparato militar fue tan debilitado que sus estrategas tuvieron que escoger entre esta guerra y la continua militarización de los municipios negros. Allí la rebeldía seguía incrementándose y la derrota del gobierno racista en Cuito Cuanavale hizo ver que el sistema de apartheid no era invencible. Sudáfrica empezó a hacer concesiones que antes hubieran sido impensables, incluyendo aceptar la independencia de Namibia.

Fidel se refirió a la lucha contra el apartheid como la causa más bella de la humanidad. Quienes mandaron esclavos a América, expresó, jamás imaginaron que uno de los pueblos que recibió esclavos algún día enviaría a sus soldados a luchar por la libertad en África.

Considerado un héroe a nivel mundial, reconocido con el Premio Nobel y elegido a la presidencia de su país, Nelson Mandela siguió en la lista oficial de terroristas en Estados Unidos hasta 2008. En esta misma lista está Cuba como supuesto patrocinador del terrorismo. ¿Qué nos dice ello de la lógica imperial?

A la memoria de Ángel Guerra, luchador de causas bellas.

*Profesora-investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Autora del libro Lecciones inesperadas de la revolución. Una historia de las normales rurales (La Cigarra, 2023)