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Catástrofe en Guerrero

Montañas de escombros

Las pertenencias de las personas ahora son basura que se acumula en las calles

Ya se percibe un olor fétido

Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de noviembre de 2023, p. 3

Acapulco, Gro., Dentro de las zonas de desastre que dejó en Acapulco el huracán Otis, las colonias Luis Donaldo Colosio y Rinconada del Mar parecen resumir la tragedia. Todas las calles, sin excepción, están llenas de montañas hasta de más de dos metros de escombros; se trata de casi todas las pertenencias de quienes ahí viven, y que ahora son basura.

Perla Flores ha tenido que sacar a la calle sus colchones, una televisión, sus muebles y prácticamente toda su ropa. Su vivienda está casi vacía, lo que deja ver las marcas del agua que echó a perder varias paredes, generó un hoyo en el techo y ha hecho casi imposible vivir ahí.

Mi refrigerador flotó por el agua, con toallas quitamos el lodo, cuenta mientras muestra por la ventana su sala y sus colchones que ya están en la calle, en espera de que algún camión se los lleve.

De momento, su familia duerme distribuida en dos colchonetas, y algunas cajas le sirven de muebles para colocar lo poco que les quedó.

En la habitación que está en peores condiciones, a cada paso se escucha el agua debajo de las losetas que se tambalean y están por romperse. En las paredes se ven marcas de 50 centímetros de altura, aunque el día del impacto de Otis el agua llegó a más de un metro.

Esa pared ya no va a aguantar, por eso ya no la habito, ya ni quiero estar aquí. El piso tiene agua, el techo tiene un agujero y por ahí se están metiendo las ratas, relata Perla, cuya vivienda está en una cerrada que conecta con otras tres casas.

A la hija de Rosario, vecina de Perla, la mordió una rata, pero tuvo la suerte de contar con antibiótico. Lo material, como quiera, pero si nos volvemos a enfermar, no hay médicos, señala al tiempo de que recuerda que pagó mil pesos a una persona para sacar el lodo con una bomba.

La Colosio y la Rinconada están a un kilómetro del mar, a un costado de la Zona Diamante de Acapulco, una de las que, hasta hace dos semanas, eran de las más exclusivas de la bahía. Graciela Ortiz afirma que la ayuda se queda en la carretera que divide las colonias de la zona hotelera. Sólo ha entrado un camión con cal que fue arrojada en las montañas de basura para tratar de mitigar el olor. Aún así, se percibe la fetidez en muchos puntos.

Fernando también se quedó sin muebles, lamenta que nadie se preocupa por venir a recoger la basura y ya apesta. En el condominio Sol, la cerrada donde todos viven, los cables de energía eléctrica –servicio que no se ha restablecido en sus hogares– están plagados de moscas.

Unas calles más adentro, ya en la Rinconada, las vialidades siguen inundadas. Margarito Arellanes pasa el día vigilando lo que quedó de su casa, aunque por las noches no se queda ahí porque no hay electricidad, y los mosquitos y el fuerte olor a suciedad vuelven imposible que duerma.

Pide que lleguen pipas con agua para lavar las casas que quedaron sucias por el lodo, pues teme que pronto se enfermen por las condiciones insalubres.

En la casa de al lado, José Ortiz, un adulto mayor que vive con su esposa, ha padecido lo mismo, pero no tiene otro lugar a dónde ir.

La mitad de las viviendas se quedaron sin parte del techo, que en todos esos casos es de lámina. Bajo uno de los contenedores que usualmente abastece de agua en esa región, pero que por el momento no distribuye el líquido por los daños en la infraestructura, todas las mañanas se llena de personas, sobre todo mujeres, que lo usan de lavadero comunitario. Sacan agua con cubetas y una cuerda, y aprovechan las bancas de piedra para tallar la ropa.