n las últimas tres décadas, América Latina y el Caribe ha mostrado mejoras en su mercado laboral, pero persisten importantes brechas asociadas a la productividad y la informalidad.
Ochenta por ciento del ingreso de los hogares en América Latina y el Caribe proviene del mercado laboral. Es por ello crucial estar al tanto de la evolución de los mercados laborales por sus efectos inmediatos en el bienestar de las personas. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha venido revisando esta evolución desde hace 30 años, observando cómo América Latina y el Caribe ha experimentado crisis de deuda externa, desastres naturales, hiperinflaciones, inestabilidad política, cese de conflictos armados, olas de migración interna y, recientemente, estallidos sociales.
Durante estos 30 años vivimos una primera década marcada por crisis recurrentes (1994-2003), seguida de otra década con alto crecimiento económico, interrumpida brevemente por el impacto de la crisis financiera internacional de 2008-09. Esta última etapa de crecimiento económico propició mejoras tanto en la cantidad como en la calidad de los empleos y en los ingresos laborales (2004-14). Esto, a su vez, ofreció una oportunidad para impulsar mejoras en los ámbitos de la productividad, el empleo y la protección social. Aumentó la participación de las mujeres en el mercado laboral, creció el nivel educativo de las personas trabajadoras y el acceso al empleo asalariado formal, surgieron oportunidades para los jóvenes de la región y se registró un mínimo histórico de la tasa de desocupación.
Sin embargo, las oportunidades de ese periodo no fueron plenamente aprovechadas para generar un cambio de paradigma productivo. Los años más recientes (2015-23) vienen marcados por tasas de crecimiento económico insuficientes para la creación de empleo formal, por el impacto de la crisis del covid-19, por los efectos negativos de las crisis ambientales, la incertidumbre que generan los cambios tecnológicos sobre el futuro del trabajo y el menor espacio fiscal para implementar reformas y programas. Continuamos siendo una región con la productividad estancada y con una informalidad que afecta a la mitad de las personas trabajadoras. Somos una región mayoritariamente joven y las perspectivas de la juventud sobre su futuro son menos optimistas que las que tenía la juventud de hace 10 años.
En este contexto, ¿cómo podemos repotenciar y hacer sostenibles las mejoras de las últimas tres décadas, cerrando las brechas persistentes y haciendo frente a los nuevos retos del mundo del trabajo?
El reto de reducir la informalidad requiere un enfoque integrado de políticas, en línea con la recomendación 204 de la OIT, que considere políticas macroeconómicas centradas en el empleo, impulso de la productividad a distintos niveles, mejoras regulatorias para generar un entorno propicio para hacer negocios y promover el cumplimiento normativo, así como medidas de extensión de la seguridad social y protección de los trabajadores, que se complementen con el uso de tecnología y diagnósticos adecuados.
En ese sentido, la región también enfrenta el doble desafío de formular políticas que permitan aprovechar los rápidos cambios tecnológicos, como la digitalización o la inteligencia artificial, y transitar a sociedades y economías ambientalmente sostenibles. Estos cambios, si se dan acompañados de un paquete coherente de políticas, pueden beneficiar a las empresas sin dejar de proteger a los trabajadores, facilitando los ajustes en el mercado de trabajo para mitigar las pérdidas iniciales de empleo y promover la creación de empleo formal, gracias a políticas industriales, de reconversión laboral, desarrollo de competencias y fortalecimiento de los servicios públicos de empleo, entre otras. Este proceso debe ir acompañado de medidas que fortalezcan la gobernanza e instituciones del mercado de trabajo, así como el diálogo social entre los actores del mundo laboral de forma que se eviten déficits de trabajo decente y la pérdida de puestos de trabajo.
La discusión sobre las respuestas de política más efectivas requiere de evidencia y el informe regional Panorama laboral de la OIT ha aportado a ello ininterrumpidamente desde su primera edición (1994). En el simposio regional Tres décadas de desempeño en el mundo del trabajo en América Latina y el Caribe
, que se celebrará en Santiago de Chile el 15 y 16 de noviembre, se discutirán estas temáticas.
En medio de las complejas dinámicas demográficas, económicas, sociales y ambientales que han marcado las últimas tres décadas en América Latina y el Caribe, el Panorama laboral seguirá desempeñando un papel fundamental en su tarea de proporcionar evidencia sólida y orientación para la promoción del trabajo decente y la justicia social en toda la región.
*Directora a. i. de la Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe