as instituciones que en la actualidad dicen velar por los derechos humanos, por la niñez del mundo, por combatir el hambre y la sed, además de preservar la vida en el planeta, han fracasado. Son pobres los resultados de la mayoría de las organizaciones humanitarias y las frustraciones colectivas de activistas en todo el mundo, un reto muy grande a vencer, motivo por el cual no se ha consolidado casi ningún proyecto de paz.
Son poderosas las fuerzas de quienes tienen en sus manos las fuentes de producción industrial. Sin el control de éstas, el peligro de que surja en cualquier momento una guerra a modo sigue latente.
Mientras exista la industria de la muerte, es decir, las carreras armamentistas, los golpes de Estado, la producción indiscriminada de armamento y el esquema de producción económica como el llamado neoliberalismo, pocos serán los pasos para seguir avanzando como especie humana civilizada.
Millones en el mundo rechazamos seguir siendo cómplices de los esquemas políticos porque la prevención de las hambrunas, la violencia de todo tipo, la falta de escolaridad y la garantía de un crecimiento hacia la adultez bajo las mejores condiciones económicas no se han logrado.
Las resoluciones internacionales para la protección de la población civil durante un conflicto armado de poco han servido. La ayuda humanitaria
casi siempre llega demasiado tarde. ¿Cómo podemos dar el paso cualitativo para evitar los conflictos armados?
Las masacres continúan, como la gran tragedia de la infancia en Palestina que no hay forma de borrarla. ¿Quién se va a atrever a decirles a los niños de Gaza, Israel y del mundo que el asesinato de miles de infantes de Palestina fue lo correcto? Y que esta guerra no declarada fue una venganza por un crimen cometido en contra de un grupo de estudiantes que vacacionaban en paz en Israel.
¿Cómo va a justificar el gobierno de Israel una conducta similar a la que utilizaron los nazis en contra de la comunidad judía?
El ejército israelí es el principal culpable de la catástrofe humana por haber creado al grupo Hamas. Han optado por la guerra en lugar de la política para el diálogo y la solución pacífica del conflicto. Las amenazas de exterminio a la población árabe en el área palestina sigue en pie.
De ninguna forma el fin que persiguió Israel para su fundación como país independiente justifica los medios que utilizó –y que continúa utilizando– para extender ilegalmente su territorio. Ha sido mal interpretada la idea del derecho a tomar la tierra e invadir la del otro pueblo por la vía armada.
Inventaron una historia quimérica, bien armada para atraer a la población mundial creyente del judaísmo, para la creación de un país que, desde un principio, ha traído calamidades a la región. La consigna histórica ojo por ojo, diente por diente
sigue siendo una llamada a la guerra. Además, dicha frase es todavía un estímulo para la cultura del odio y la irracionalidad, del segregacionismo y el individualismo.
De esta manera lo destaca el director de cine Elad Abraham, quien explica a través de testimonios directos de quienes protagonizaron su película cómo podemos comprender el sionismo. Este filme nos lleva a reflexionar acerca de que esta ideología y movimiento político es nada más ni nada menos que el colonialismo vigente del siglo XX.
Por su parte, Ilan Pappé, historiador y politólogo, activista y académico, nacido en Haifa, Palestina, en su participación en la misma película explica de dónde viene el conflicto. Alerta acerca de los estragos que ha ocasionado la guerra permanente entre la población civil y especialmente en menores de edad.
La impotencia que estamos sufriendo millones en el mundo por los recientes conflictos armados en esa región árabe debería servir para organizar la mejor de las medidas que protejan a la humanidad de crímenes como los que se están cometiendo, no sólo en Palestina, sino en otros sitios en todos los continentes. Todavía no hemos avanzado cualitativamente en la protección a la vida.
En este caso, una de nuestras conclusiones en cuanto al presente conflicto en Medio Oriente es que los dirigentes sionistas al frente del gobierno y del Ejército de Israel no dan señales de ser aptos para gobernar, ya que anteponen su ideología al derecho a la vida, tanto de la población palestina como la propia israelí. Asimismo, no estamos diciendo que los buenos son los integrantes del grupo Hamas, también deben muchas vidas de ambos países.
Twitter: @AntonioGershens