Viernes 24 de noviembre de 2023, p. 16
Más de 40 por ciento de los nuevos casos de enfermedad renal crónica en México aparecen en personas que viven con diabetes y hasta 80 por ciento de ellas mueren por afección cardiovascular. Estas son dos complicaciones graves de la alteración en los niveles de azúcar en la sangre, y aunque existen lineamientos sobre el seguimiento que se debe dar para prevenir o, por lo menos, hacer una detección temprana, en el país es deficiente, afirmó José Gotés Palazuelos, especialista del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Comentó que de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud, es bajo el porcentaje de individuos con diabetes que reciben atención médica integral, la cual debe incluir, entre otras, la revisión periódica de los niveles de hemoglobina glucosilada. Este estudio de laboratorio identifica si hay control real del padecimiento, pues mide el comportamiento promedio de la glucosa en los tres meses anteriores. Los enfermos también deben evaluar su funcionamiento renal, colesterol y triglicéridos.
En conferencia en la sede del laboratorio farmacéutico Boehringer Ingelheim, que celebra 50 años de su planta de producción en México, Gotés resaltó que el manejo de la diabetes ha cambiado de manera radical y ha pasado de sólo recetar medicamentos a un tratamiento integral, en el que los médicos también tienen la responsabilidad de promover entre sus pacientes un estilo de vida saludable, sin sobrepeso, obesidad ni tabaquismo.
Gisela Ayala, directora ejecutiva de la Federación Mexicana de Diabetes, señaló que a los afectados corresponde tomar el control de su enfermedad, seguir las recomendaciones de los profesionales de la salud y adoptar siete hábitos, entre ellos medir constantemente sus niveles de glucosa y aprender a enfrentar retos cotidianos.
Gotés, médico endocrinólogo, recordó que una de cada 10 personas en el mundo viven con diabetes; en México son dos de cada 10, y de ellos, 30 por ciento también presenta afecciones cardiovasculares o falla renal crónica. Entre los afectados, el riesgo de presentar un infarto al corazón o en el cerebro aumenta cuatro veces respecto de quienes no tienen ese mal.
El país ocupa el séptimo sitio mundial por el número de afectados y, según estimaciones internacionales, en 2045 pasará al cuarto lugar.