Una rabieta y el efecto bumerán
a urgente necesidad de reformar la cosa política en el país quedó de manifiesto con el enfrentamiento entre la derecha beligerante y el gobernador de Nuevo León, y dejó a su paso una serie de lecciones que se agregan a lo ya exhibido: el fracaso del sistema electoral creado por el neoliberalismo.
Y es que las reglas impuestas, las formas adoptadas, y hasta los discursos embarrados siempre de la infaltable y moldeable palabra democracia
, olvidaron al ciudadano como factor principal de la idea de gobierno que se ha dado.
Así sucedió en Nuevo León. Primero, Samuel, el gobernador. El joven político, elegido con todo el entusiasmo del electorado, olvidó a la gente y decidió ir por otro puesto de elección sin tomar en cuenta que era al ciudadano al que había dejado a un lado. Su ambición fue mayor que su compromiso con la gente.
Después, panistas y priístas vieron en la pifia política de Samuel la oportunidad de convertirse en gobernantes sin necesidad del voto. Una vez más –para esos organismos de derecha ya es costumbre– no se tomó en cuenta el sufragio. La orden del votante era que gobernara un militante del mismo signo que Samuel, pero eso para ellos no resulta importante, y se lanzaron sobre el poder.
Y luego, las autoridades electorales, que no son producto de un proceso democrático, se vuelven cómplices del crimen en contra de las decisiones populares y le ordenan a los elegidos por el voto que pasen sobre los ciudadanos y nombren a un gobernador interino.
El asunto parece haber terminado, cuando menos en lo que a Nuevo León corresponde. Samuel, con la licencia para ausentarse, nunca dejó la silla oficialmente –retirarse fue una opción que no tomó–, retomó las riendas del gobierno y todo lo demás se esfumó, aunque hay acusaciones que permanecen ahí y deben investigarse.
Pero después de todo eso no debemos olvidar que el sainete tiene que ver con la certeza de la oposición de que su candidata, la señora X, podía perder no sólo la elección presidencial, sino también el segundo lugar, lo que demostraría que la derecha, cuando menos por el momento, está derrotada.
Se demostró también que quien quiera ir en contra del grupo beligerante de derecha sufrirá las consecuencias y con eso imponer un sistema de terror en contra de quienes no se les unan.
Esta vez la derecha rabiosa obtuvo lo que pretendía: descarrilar la candidatura de Samuel, pero no midió que el impacto de su rabia alejará a más votantes de los que hubiera podido lograr el gobernador norteño.
Terminó un capítulo, la historia continúa porque Movimiento Ciudadano asegura que tendrá candidato y hará papilla a la señora X. En MC se dice que no será difícil la derrota del prianismo, y aunque no se habla mucho más de Marcelo Ebrard, no dejan de mencionarlo.
Así las cosas, Movimiento Ciudadano podría convertirse en el mecate de donde cuelgue el cuerpo inerte de la derecha beligerante, que ya perdió la batalla.
De pasadita
En los equipos de campaña de Claudia Sheinbaum –ya presentó dos– no están todos los que son, ni son todos los que están.
Y es que en esos equipos, gente como Ricardo Monreal en el primero, y Javier Corral en el segundo, son muy malos augurios, pero hay quien asegura que esos actos son parte de la estrategia que ha montado la ex jefa de Gobierno y que en poco se parecerá al equipo con el que busca gobernar.
De cualquier manera, la candidata morenista tiene que cubrirse muy bien las espaldas porque la temporada de traiciones está a todo lo que da.