Opinión
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Isocronías

Uno, de un libro señalado

D

ije yo: Si ella, la poeta, de una antología de más o menos cuatro décadas eligió leer estos 10 textos esta bonita tarde por algo será. Hagámosle caso. Eso dije, eso me dije.

María Auxiliadora Álvarez se llama la poeta que digo, sencilla, limpia, y sin embargo tropezándose, tropezándose siempre, con la poesía. Lo que la hace encantadora, torpe y feliz. Dicente. Venezolana, vivido ha menos en Venezuela que en no sé cuántas partes. Pero volvamos al principio. Diez poemas, digamos que 11 páginas de aproximadamente 300 ( La mañana imaginada, Pre-textos). No se requiere más para entrar en el mito, no se requiere más para ser horizonte.

A medias de su lectura –Feria del Libro de Chihuahua, salón dedicado a Enrique Servín–, intensa y tiernamente la poeta calló, no pudo más, y Jorge Humberto Chávez ideó este mágico truco, que representa bien tanto el acto de leer como el de escribir poesía, poemas: que los dizque pasivos escuchas nos volviésemos activos decidores de los poemas a escuchar. ¿Ritual?, ¿ceremonia? No diré que quién sabe, sino: saber.

Todos, o eso imagino, supimos que debíamos acudir al saber de la poeta sabia. Y fuimos. Y por ella fuimos bendecidos. Y por ella simplemente fuimos.

Hablé de 10 poemas, que venían y vienen –y así habrán de quedar– señalados con breves separadores de plástico naranja, mismos que harían una maravillosísima plaquette, antología personal de una antología mayor. Prometí y no cumpliré.

Pero de esos 10 hice mi antología, pensé: ¿Qué uno es el mejor?, ¿qué uno definitivamente sin aliento nos deja, nos sofoca?, ¿qué uno quedaría de todo esto?

Dicho mejor: ¿Qué uno sostendría 10 poemas, 300 páginas, 40 años, una vida? Y ese uno fue éste:

Mi esposo que vive enterrado / tanto le da la vida como la muerte // los niños y yo a veces vamos / y corremos en su superficie / EEEE le gritamos | con las bocas pegadas a la tierra // SAAAL queremos verte / ven a ver este sol (-) estas personas (-) estos animales / estamos alegres // Lo oscuro de él no saluda / o se pone triste con la mano / o hace señas para que nos vayamos // Sal solos de ti.

No 10 poemas, no 300 páginas, no 40 años de una vida, no toda una vida, y sin embargo todo eso en unos cuantos, definitivos versos, que más allá de la vida de quien los escribió alcanzan a decirnos nuestra vida.