Opinión
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Isocronías

Del instante infinito

¿Q

ué es un libro? Un libro sobre todo es una voz. No sólo la del autor, también la del editor. Y, llevando la metáfora a casi riesgosos extremos, un libro es una voz hecha de muchas (si buen libro, no desparramadas) voces. Un libro es una voz siempre coral. Una voz siempre coral que como en el silencio, o como desde el silencio, nos convoca, nos habla –nos reúne.

Un libro de poesía, de auténtica poesía, es un estremecimiento. Curiosa o paradójicamente es asimismo un instante de contemplación. Hablo del libro y digo instante, ¿no es eso una contradicción (perdonarán la rima)? Sí y no. El libro, si bueno, específicamente hablando de poesía (y poesía sólo hay buena, la mala no es poesía), es un instante que a la duración le ha hallado el modo. Es una caricia que tiene cuerpo, frase casi enigmática, pero realista.

Acaso hay demasiados libros de poesía, o de poesía. La poesía, que siempre es un respiro ahogado, seguiré jugando con las palabras (o seguirán jugando ellas conmigo, o contra mí), una exhalación de espíritu (sin espíritu, la poesía, imposible), reanima, vivifica y no obstante es una muerte no anunciada, aceptada. Todo poema bueno equivale a un bien o buen morir, que vida da.

Pero volvamos a la contemplación. La escena es reiterada, todos la conocemos, no hay buen lector de poesía que no de pronto se quede mirando al infinito, como embobado, como embobado en su propia lucidez gracias a la lucidez contemplativa del autor o la autora. ¿Prendado, arrebatado, inspirado? Siendo (puede uno no saberlo) de pronto quien siempre ha sido y quien siempre, así se muera (inevitablemente), será. No sólo: se queda mirando al infinito y sabiéndose (de alguna manera) por el infinito mirado, integrado, siendo pues infinito.

La poesía es un hálito de infinito. Bueno, pero eso ya lo dijeron bien dos italianos. Ungaretti en muy conocido poema: M’illumino / d’inmenso, y Quasimodo en tres versos también famosísimos: Ognuno sta solo sul cuor della terra / trafitto da un raggio di sole: / ed è subito sera. Me colmo de inmensidad, traduciría arbitrariamente yo, y no menos arbitrariamente: Uno está en soledad sobre el corazón de la tierra / transido por un rayo de sol / y de pronto oscurece. Obvio: no soy traductor, y siempre serán mejores los indispensables originales (que aquí quedan), su límpida manera de ponernos en escena, en la infinita escena.