Los seis estados que han aplicado un impuestos al carbono –Durango, Estado de México, Guanajuato, Querétaro, Yucatán y Zacatecas–, destinado a mitigar el cambio climático, han recaudado 886 millones de pesos en seis años de su existencia; ahora, el reto es que el destino de estos recursos no desvirtúe su propósito inicial, como es el caso del impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) que grava productos que dañan la salud como refrescos, comida chatarra, bebidas alcohólicas, cervezas y cigarros.

De acuerdo con información de la Plataforma Mexicana de Carbono (MÉXICO2), desde la adopción del primer impuesto por Zacatecas en 2017, la tendencia ha experimentado un crecimiento significativo, pues actualmente seis estados han aplicado impuestos al carbono, cuya recaudación equivale al histórico presupuesto de 880 millones de pesos que recibió el campo en Jalisco este año. Mientras tanto, al menos dos estados más, Tamaulipas y Colima, están discutiendo gravámenes similares.

La recaudación que se obtiene por el IEPS, que se cobra en refrescos y alimentos con alta densidad calórica, mejor conocida como comida chatarra, por ejemplo, sumó más de 180 mil millones de pesos en el acumulado de enero-octubre, lo que representó un crecimiento real de 4.8 por ciento respecto al mismo periodo de 2022.

Sergio Espinosa, subdirector general de ingresos de Guanajuato, aseveró que el tema de impuestos ecológicos, más que un tema de recaudación, debe verse desde un propósito de extrafiscalidad.

Si vamos a generar o incentivar a las empresas para que se generen menos emisiones de gases contaminantes, se debe generar la congruencia y destinarlo a proyectos de remediación ambiental. En parte es lo que le faltó al IEPS, destinarlo a la remediación de aspecto de salud y prevención, por ello la importancia de que los estados que están integrando estos impuestos a sus legislaciones lo hagan muy claramente con el destino y los fines, aseveró el funcionario de Guanajuato.

Congruencia para proteger el ambiente

Hizo una comparativa de lo que fue el caso del IEPS para el tema de tabacos y bebidas; es algo muy similar, el desincentivar situaciones nocivas, en este ejemplo para la salud; en el caso de impuestos ecológicos es algo similar. No se busca generar una recaudación, es generar una cultura en las empresas y que el destino de los recursos debe ser muy claro, de lo contrario, la percepción de estas normas se va desvirtuando, sentenció Espinosa.

La parte de la extrafiscalidad, poniendo de ejemplo el IEPS, esque a diferencia de este impuesto cuyo objetivo era desincentivar el consumo de estos productos, en el caso de los impuestos ecológicos es importante destinar lo que se va a generar de recaudación a los fines específicos del impuesto; es decir, financiar proyectos ambientales, así como de actividades de mitigación y adopción al cambio climático.

Los impuestos al carbono imponen un valor a las emisiones de gases de efecto invernadero, que las empresas pueden pagar o bien compensar utilizando reducciones de emisiones. En 2023, Querétaro utilizó reducciones certificadas de emisiones para compensar el impuesto. Esta compensación ha sido el único aporte verificado de reducciones de emisiones hacia los objetivos climáticos de México.