Martes 19 de diciembre de 2023, p. 4
Según el antropólogo social e historiador Claudio Lomnitz Adier, el crecimiento y fortalecimiento del crimen organizado no sólo ha propiciado en México un cambio moral profundo
, sino el nacimiento de un nuevo orden social.
Tal fenómeno es analizado en el libro Para una teología política del crimen organizado, en que el también escritor y académico chileno-mexicano (1957) prosigue la línea de su anterior obra, El tejido social roto, ambas publicadas por Ediciones Era, y cuyas reflexiones son consideradas claves para comprender la actual interrelación, a veces oculta y otras dolorosamente visible, entre los miembros del narcotráfico, el Estado y la ciudadanía
.
En entrevista con La Jornada, el catedrático de la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde reside, asume al crimen organizado en México como una nueva fuerza, un nuevo elemento social.
Ojalá no fuera así, pero así lo veo. Es muy significativo lo que han estado ejecutando día con día, y que ya, de alguna manera, hemos aprendido a convivir con ello. Significan algunos cambios de actitud muy importantes, muy hondos, con muchas implicaciones
, señala.
Precisa que uno de los fines de su libro más reciente –que compila siete conferencias que impartió en 2022 en El Colegio Nacional, del cual es miembro– consiste en analizar, a partir de los instrumentos de los que dispone como antropólogo, el significado moral de algunas prácticas con las que los grupos criminales ejercen autoridad, imponen jerarquía a escala interna y despliegan su poder, como la exhibición pública de cuerpos o humanos desmembrados.
No es algo sin precedente en la historia del país; por ejemplo, conocemos fotografías de la época de la Revolución Mexicana en la que aparecen personas colgadas en postes de telégrafo. Es un ejemplo de esa clase de exhibición del asesinato
, indica.
Obviamente, en la época de la Nueva España, como en todo el mundo europeo y euroamericano, había formas de castigo corporal que incluían la exhibición de cabezas, brazos o manos. Pero, primero, han pasado ya muchos años desde que había algo así en México y, segundo, lo que vemos ahora es de otra índole de lo que había en la Nueva España o la Revolución Mexicana.
Uno de los temas explorados por Lomnitz, y que consigna en el citado libro, es cómo de la mano de las asociaciones delictivas han resurgido prácticas en el país como el sacrificio humano, realizado a partir del asesinato, incluso un nuevo canibalismo.
Son aspectos, a su decir, que a veces se han ido desarrollando sin planearse, sino por procesos de la complejización del negocio que conlleva nuevas preocupaciones para la gente que está metida en cosas ilícitas
.
Tal complejización, cuyo origen se remite a las décadas de los 80 y 90, a raíz de la participación en el tráfico de cocaína, ha llevado a los grupos criminales a encontrar mecanismos cada vez más exagerados
para mantener el lazo de secreto.
El canibalismo y el sacrificio humano, pienso, se inician con el surgimiento de un tipo de negocio; no es que el narcotráfico en sí mismo fuera nuevo, pero el narcotráfico con ese nivel de complejidad y de ingresos sí que lo era
, precisa.
Ése es un ejemplo; luego hay muchos otros de cómo se van inventando rasgos culturales, prácticas, violencias, no tanto de manera deliberada, sino como en reacción a lo que va sucediendo en la economía ilícita; por un lado, y también en las formas de guerrear y movilizar la violencia en torno a las economías ilícitas que se van desarrollando, muchas veces, pienso, de una manera que rebasó por mucho, probablemente, la voluntad de varios de sus protagonistas
.
Economía ilícita
De acuerdo con Claudio Lomnitz, es imposible prever hacia dónde se enfilará ese nuevo orden social establecido en México a partir del crimen organizado: “Soy muy mal oráculo, por eso me dedico más a la historia, porque me cuesta menos entender qué pasó que entender lo que va a suceder; pero creo que esto ha ido de la mano de una transformación profunda del Estado, y no hemos acabado de asimilar lo que significa eso.
“Es decir, es un Estado que tiene cada vez menos capacidad de procesar administrativamente el conflicto social y, sobre todo, de regular todos los mercados que son claves para la sociedad. Entonces, hay una economía ilícita, y, muy importante, que no puede ser regulada oficialmente por el Estado, porque, justamente, es ilícita. Por ello, debe ser regulada de manera delegada o indirecta, o por otras personas en contra del Estado o asociados con éste.
“En fin, hay muchas variantes de eso, como hemos visto en el caso de Ayotzinapa, adonde, está claro, los militares y policías estaban metidos en un proceso de regulación de las economías ilícitas de la mano de organizaciones como Guerreros Unidos en contra de otras. Aliados con unos, en contra de otros, y eso lo estamos viendo en todo el país. Ese caso no es una peculiaridad, me parece más bien sintomático de una situación general y no una situación excepcional.”