n estas festividades, mientras muchas personas disfrutan de la alegría y la unión familiar, algunos trabajadores enfrentan condiciones muy difíciles a causa de las huelgas no resueltas por la falta de voluntad política de algunas instancias del gobierno. En los últimos tiempos, los mineros han protagonizado tres huelgas desgarradoras en Cananea, Sombrerete y Taxco, durante más de 16 años.
Estos trabajadores, llenos de dignidad y coraje, se han enfrentado a las agresiones sistemáticas del Grupo México bajo la dirección de un personaje perverso y siniestro, Germán Feliciano Larrea Mota, con la complicidad de los gobiernos anteriores. Las dificultades se profundizan al conocer los motivos que desataron estas huelgas: demandas legítimas por condiciones laborales justas, seguras y mínimas para que el trabajo no sea abuso y explotación, desconocimiento unilateral y arbitrario de los líderes, además de negligencia criminal de la empresa, como la tragedia en Pasta de Conchos, donde la irresponsabilidad terminó en homicidio industrial que arrebató a 65 seres humanos, compañeros y hermanos mineros.
La historia del 19 de febrero de 2006 se desarrolla en un escenario donde, a pesar de la inquebrantable dignidad y valor de los mineros, sus demandas justas son ignoradas y desatendidas. Larrea, junto con autoridades mexicanas, han sostenido una permanente negativa para poner fin a este inaceptable e inhumano conflicto. Además de las atroces negligencias en seguridad e higiene en las minas, resulta insoportable constatar cómo Larrea ha violado sin escrúpulos la Constitución, tratados internacionales, la ley y los derechos fundamentales de los trabajadores. En este escenario de desesperación, la realidad de los mineros se entrelaza con una resistencia valiente, donde hoy, más que nunca, es crucial levantar la voz y exigir justicia para aquellos cuyos derechos y dignidad han sido despojados.
El Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana, que me honro en presidir, ha sido el sólido bastión que ha sostenido y acompañado la valiente lucha de los mineros en huelga. En medio de la adversidad, hemos demostrado que una verdadera organización no sólo es capaz de impulsar la defensa de los derechos laborales, sino que también puede ser un faro de esperanza en la oscuridad del abuso y la explotación. La importancia de la unidad obrera se revela como pilar fundamental para consolidar un nuevo sindicalismo mexicano auténticamente representativo, uno que no sólo hable en nombre de los trabajadores, sino que actúe para defenderlos y protegerlos.
En este camino hacia la justicia, desde el sindicato minero reiteramos nuestro compromiso de continuar en la férrea defensa y acompañamiento de nuestros hermanos de clase. Resulta inadmisible que las empresas mineras no estén dispuestas a proporcionar lo indispensable para garantizar condiciones seguras de trabajo, poniendo en riesgo la vida de quienes día a día construyen la riqueza patronal y de la nación. Esta dramática y tremenda realidad no puede ser tolerada e ignorada, por lo cual, persistiremos en la búsqueda de justicia para los mineros, porque el costo humano de la indiferencia y la negligencia en el ámbito laboral es simplemente inaceptable.
La falta de resolución deja a los empleados en el abandono y la miseria, afectando no sólo su estabilidad laboral, sino también su bienestar emocional y financiero. Que Larrea, siendo el segundo hombre más rico del país gracias a las concesiones otorgadas por el Estado, pueda negarse a dar solución a estos conflictos y sea permitido por la autoridad, refleja una preocupante falta de compromiso con la verdadera reivindicación obrera de parte de algunas instancias gubernamentales, lo que va contra el espíritu de la Cuarta Transformación y de todos sus postulados de respeto, justicia y dignidad.
Un gobierno progresista no puede ser insensible y pretender ignorar la más vil y despreciable realidad. Los trabajadores mineros, inmersos en condiciones laborales precarias, enfrentan desafíos financieros significativos durante estas festividades. La pérdida de ingresos y la incertidumbre sobre el futuro generan estrés económico, ansiedad y problemas de salud física y mental, lo que afecta la capacidad de cubrir necesidades básicas y participar en celebraciones navideñas.
Es inaudito que en un país que ha experimentado triunfos laborales y reivindicaciones jurídicas, como México, persistan situaciones donde la falta de sensibilidad empresarial, viola sistemáticamente los derechos laborales y humanos de los trabajadores. Esta falta de respeto no sólo afecta a escala individual, sino que también contribuye a perpetuar la desigualdad estructural en el mundo del trabajo y demerita ante los ojos de la sociedad la actuación insensata de todo un sistema.
Hacemos un llamado urgente al gobierno de México para que resuelva de manera inmediata estas huelgas. La falta de acción sólo prolonga la agonía de los trabajadores y sus familias, quienes merecen disfrutar de unas festividades dignas y libres de preocupaciones. La transformación en la política laboral debe ir más allá de las palabras, demostrando un compromiso real con la justicia social y la equidad en el trabajo.
Es imperativo abordar de manera comprensiva e integral las condiciones deplorables que enfrenta la clase trabajadora en huelga. Son momentos de actuar con celeridad y justicia, proporcionando a los trabajadores el regalo que merecen: la resolución de sus conflictos laborales, un empleo digno y la posibilidad de celebrar unas fiestas decembrinas en paz y armonía con sus familias y seres queridos.
Nuestro sindicato reafirma su papel crucial para defender a la clase trabajadora, asegurando que sus derechos sean respetados y que se alcance una justicia laboral duradera. La unidad y la fuerza de nuestra organización son vitales para lograr un cambio significativo en el panorama mexicano, en estas festividades y siempre, seguiremos trabajando incansablemente por el bienestar y la prosperidad compartida de los trabajadores mexicanos.