A punto de cumplir un siglo de vida, y como uno de los últimos sobrevivientes de los 13 artistas que realizaron obra mural en el Centro SCOP, Guillermo Monroy fue tajante y sostuvo que prefiere que esas obras sean regresadas a su lugar y las dejen como estaban a que sean cambiadas de sitio sin la visión conceptual, estética y espacial con la cual fueron realizadas hace siete décadas.

Mi opinión es que no sigan tirando los edificios y moviendo los murales de lugar; si ya lo están haciendo, parece una locura lo que voy a decir, pero que los regresen a su lugar y los dejen como estaban, para que sigan luciendo como ocurre con aquellos edificios prehispánicos maravillosos que se quedaron allí y no los movieron de un lado a otro, remarcó.

Mediante un video proyectado en una rueda de prensa convocada hace unos días por la Iniciativa Ciudadana en Defensa del Centro SCOP, el pintor y muralista, ex alumno de Frida Kahlo, pidió que el presidente Andrés Manuel López Obrador tome en sus manos ese proyecto tan importante para el patrimonio de país.

Ello, agregó, con el fin de que realmente sea tratado como lo que es: patrimonio de México, nacido de un movimiento de integración plástica hecho por pintores, escultores, arquitectos, ingenieros y demás trabajadores para lograr una obra tan importante como el Centro SCOP.

De resonancia mundial

Tras asumirse orgulloso por formar parte del Taller de Integración Plástica, que dirigió el pintor José Chávez Morado, se dijo también sumamente satisfecho de pertenecer a ese movimiento tan importante y haber participado en la decoración de aquel complejo arquitectónico y artístico.

Se hicieron muchos murales de valor estético extraordinario, únicos; el proyecto llegó a buen fin, porque tuvo mucho éxito; fue muy hermoso y tan grande que tuvo resonancia no sólo en la cuestión cultural, sino en todo México y parte del mundo, aseguró.

“Nació como una gran belleza, como una planta maravillosa que se siembra en México; eso fue en el Centro SCOP. Son varios murales que quedaron allí, maravillosamente hechos, tan grandes como los que se hicieron en los tiempos de los grandes pintores y escultores prehispánicos en Chichen Itzá, Uxmal y Cobá.

Lucían desde un punto de vista plástico importantísimo, pero sobre todo lograron realizarse uniéndonos arquitectos con pintores y escultores. Nos unimos para hacerlo desde el punto de vista cultural, para hacer algo nuevo, como se había hecho antes por los antiguos mexicanos.

Abandono de autoridades

Ante lo expuesto, Guillermo Monroy criticó que a raíz del sismo de 1985, pero sobre todo del de 2017, aquel espacio fuera abandonado y que las autoridades hayan puesto tantas trabas para su recuperación, exigida por la sociedad civil.

Se alargó el tiempo, han pasado más de cinco años y no se ha logrado nada de esta maravilla, lamentó el artista, quien cuestionó el sentido de la reciente declaratoria del Centro SCOP como monumento artístico si a la fecha, reparó, lo están demoliendo, lo están tirando y nadie sabe quién o quiénes son los responsables de esas obras.

Mi pregunta es, ¿quién está haciendo esos trabajos que no sabemos cómo van a terminar? Porque se sabe que ya están tirando para mover (los murales) de lugar, y no es posible que hagan eso de un sitio tan importante. ¿Cómo es posible que se esté haciendo algo y nadie sabe quién lo está haciendo y cómo lo va hacer?, añadió.

En otro video, María Elena O’Gorman, hija del pintor y arquitecto Juan O’Gorman, externó su deseo de que los murales en el Centro SCOP sean restaurados en el orden original diseñado por su padre y los demás artistas participantes.

Es importante, porque narran la historia de México. Sé que mi padre quería contar la historia de este país a su gente y asegurarse de que pudiera ser apreciada. Siempre fue lo más importante en el propósito de mi padre para sus murales. Es muy importante asegurar que los murales tengan un espacio adecuado, permitiendo que el público los aprecie en su totalidad.