on la reunión del Foro de Cooperación Asia, Pacífico, (APEC) en San Francisco, se cerró el año de relaciones exteriores para AMLO con el plus de haberse entrevistado con Xi Jinping y Biden, ¡poca cosa! Como siempre y así será, este año la atención más frecuente e intensa fue para Estados Unidos (EU). En ella es notable la forma de actuar que ha impuesto México, tanto con Trump como ante Biden.
Es a modo porque se sostiene la igualdad entre los estados, tal como lo señalan principios internacionales, sólo que AMLO, además de cumplirlo, lo hace con abierto desparpajo y desembarazo que desconcierta a los tiesos de Foggy Bottoms. Así, tanto en aquello en que puede tener pronta solución, como en lo que debe ser pospuesto, la relación en cinco años ha sido razonablemente exitosa, con los escollos de siempre. Eso es una verdad simple, redonda.
Muestra de esta forma suelta, desenfadada, a veces retadora, es la carta personal enviada a Xi Jinping, relacionada con el candente asunto del fentanilo, que Presidencia lanzó al viento. Tal decisión tuvo el calculado rebote en Washington. Horrorizando a los puristas de ambos gobiernos, el Presidente jugó a tres bandas, estiró la liga, jaló los bigotes al Tío Sam y se mantiene par a par.
La relación ha sido singular por el número de visitas mutuas, las presidenciales y las de comisiones de gran nivel que han sido cuantiosas y razonablemente exitosas. No se puede más, con EU vamos paso a paso.
La temática de esos encuentros ha sido predecible: el tema caliente del momento y los asuntos irresolubles cuyo tratamiento formal debe reajustarse constantemente, ya que no tienen ni tendrán solución. Esta aseveración no es conformista, ni desconoce la peligrosidad del método. Se enfatiza que, medida por los resultados, la relación México-EU es claramente positiva. Es una verdad simple, redonda.
En numerosos hechos México ha actuado contra las simpatías e intereses estadunidenses, léase: Ucrania, Israel, Argentina, Cuba, Chile, Bolivia, Venezuela, Perú, Guatemala, Honduras, El Salvador, etc., dejando a habilidades del Presidente hacer transitable la cuestión de las formas.
¿Hay riesgos?, sí. En focos de opinión no faltan quienes censuren esta tesis conductual. Están acostumbrados a ver la fácil fórmula de acatamiento que está implicada en el sometimiento a formas: himnos, salvas, discursos vacíos, desfiles, grandes galas sociales, reglas de lo ortodoxo, formalismos nada trascendentes. Comes y te vas, parece decir EU.
La clave ha sido sostener nuestros principios con altura y firmeza, desde mejorar la relación con China abriéndonos al comercio que EU abandonó como sanción, hasta dar trato mesurado al conflicto palestino/israelí. Ha implicado ratificar el derecho a la autodeterminación de los pueblos, léase Cuba, Bolivia, dar a Centroamérica trato político igualitario, deliberante, hasta reconocer y actuar a favor del derecho de Belice a un trato más considerado de país hermano.
Existe una suma de éxitos que son nuestros, producto de nuestra firmeza en los principios al elegir nuestras propias formas. Son éxitos que siendo evidentes, no se quieren apreciar en su dimensión. Son un éxito irreprochable, claro y redondo.
El valor a considerar es el cómo México y EU han estabilizado sus siempre brinconas relaciones en la medida que, sin olvido, dejan para otro día lo difícil del borrar viejas diferencias y prefieren disfrutar y hasta gustar al padecer lo intenso de sus realidades diarias. Es una sabia forma de convivir, que fue más difícil con Trump.
El Presidente marca fines, formas y tiempos y desestima tiesas costumbres del protocolo hechas regla, unas veces para bien, otras no tanto; unas veces ordena con claridad, otras no tanto. Ha de ser difícil saber cómo reaccionará en cada asunto y está visto que no suele consultar antes de decir o hacer algo.
La señora secretaria Alicia Bárcena tomó las riendas de Relaciones Exteriores sin las limitaciones políticas de Ebrard. Ejecuta la política exterior según dicta el Presidente, como mandan la Constitución, las leyes secundarias y los aproximadamente 200 tratados internacionales que para los firmantes son ley. El éxito razonable en cinco años frente al paquidermo es una verdad simple, redonda.
El año 2024 será tormentoso para Biden, el conflicto Palestina-Israel lo puede hacer perder la relección, más con Ucrania empantanada, la OTAN en naufragio; sus enredos internos: el fentanilo, migraciones, amenazas del Congreso, gobernadores insurrectos y más.
Antes de cerrar este texto, exploremos: 1) qué significarían para Claudia esas formas el desenfado y éxito de AMLO en la conducción de la política exterior; 2) se viene el toro embravecido de Trump, cuál sería su definición ante él; 3) en su staff de campaña no hubo lugar para un miembro del Servicio Exterior Mexicano, ¿no sirven?, qué decir. Tranquilos, mejor: ¡salud por estos días!