Periodista y activista argentina, autora de unos 20 libros, entre ellos La noche de los lápices
Viernes 29 de diciembre de 2023, p. 5
La escritora argentina María Seoane, de vocación precoz y ardiente defensora del papel esencial de la memoria histórica contra la violencia en su país, falleció el pasado miércoles a los 75 años, en su natal Buenos Aires.
La también periodista y militante escribió unos 20 libros, entre los que se encuentra el estremecedor La noche de los lápices (en coautoría con Héctor Ruiz Núñez), adaptado al cine con la dirección de Héctor Olivera. El texto aborda el terrorismo de Estado que ejerció la dictadura militar de 1976 a 1983 contra un grupo de estudiantes secuestrados el 16 de septiembre de 1976 y que continúan desaparecidos.
Los autores dedicaron el título a los chicos, siempre. Y a todos los adolescentes que, como ellos, se sienten comprometidos con la solidaridad y la justicia, y no consideran una utopía proponer un mundo donde sea más digno vivir
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Su deceso fue lamentado en la red social X, por la ex mandataria argentina Cristina Kirchner. La organización Abuelas de Plaza de Mayo la describió como amiga y defensora de los derechos humanos, que tanto contribuyó con sus investigaciones y compromiso al proceso de memoria, verdad y justicia
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Por otra parte, Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio-La Plata destacó que Seoane fue “fundamental en la reconstrucción de la memoria colectiva con libros como La noche de los lápices, Todo o nada, El dictador, Menem 1989-1990: La patria sociedad anónima y El saqueo de la Argentina.
Seoane (Buenos Aires, 1948-2023) dijo en 2015, en un testimonio para la Biblioteca Nacional Mariano Moreno: “lo único que hice en estos años fue hablar de nuestra generación, de los compañeros que ya no están. Los libros siempre tienen un pacto con la historia propia y la de los otros (…) Hay hitos en la vida que nos dan sentido, nos marcan el camino y uno lo transita en medio de las multitudes y cree que es personal, pero siempre es colectivo”.
Añadió: esa chica que vio llorar a su padre cuando hubo un golpe de Estado, que en otro entró en la universidad y aprendió la política, que creyó equivocadamente en la violencia como fatalidad para sacarse la dictadura, que debió soportar el exilio y vivir la solidaridad en otros países, que volvió con la necesidad de contar lo que había ocurrido para que nunca se repitiera, sigo siendo yo y cada vez que escribo pienso en estas cosas
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Seoane comenzó su militancia a finales de los años 60 en el Movimiento Patriótico 20 de Diciembre, siendo estudiante de ciencias económicas en la Universidad de Buenos Aires, militó en el Comité Nacional de Recuperación Revolucionaria, luego Partido Comunista Revolucionario. Más tarde ingresó a Vanguardia Comunista y, en 1971, se incorporó al Partido Revolucionario del Pueblo, donde participó en el Frente Antimperialista y por el Socialismo.
En su exilio en nuestro país, a inicios de 1980, colaboró en la librería El Parnaso y en el periódico Unomásuno. Sobre ese paso escribió que “no se había sentido extranjera por estar aquí, sino por no estar en Argentina. México fue una casa para nosotros. Por eso somos orgullosamente argenmex”.
María Seoane se dijo marcada por actos de rebeldía desde su infancia, ya desde entonces gran lectora que a los ocho años formuló su vocación escritural y a los 13 ya creaba poesía y cuentos; una niña inteligente, criada en un barrio como Parque Chacabuco, en los años 1950-1960, barrio antiperonista
con una familia donde había varias tendencias políticas.
De cuando el 28 de julio de 1966 se quedó en su escuela para defender la autonomía universitaria y fue sacada junto con sus compañeros con violencia por la milicia, recordaba: “yo, que era una joven existencialista, que le gustaba la poesía, veía cine de Bergman, leía a Simone de Beauvoir y a Sartre, creía en el amor libre y era una mezcla de jipi y nini indignada contra las injusticias, pensé que esos tipos que estaban quemando libros y arrasando la universidad iban a ser siempre mis enemigos. Ahí empezó mi militancia política”.
Sobre esa época, dijo Seoane, la situación era asfixiante: nos pedían documentos para entrar a la universidad, no podíamos expresarnos porque nos detenían. Vivíamos con el temor de ser aprehendidos por pensar o por actuar de acuerdo a nuestras ideas. Nos condenaban sólo por la palabra
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La periodista destacó que la libertad, la vida y la verdad están sólo ligadas a la reconstrucción de la memoria. La historia es memoria, pero no memoria pasada, es presente y futuro. Nadie puede creer que la violencia está mal sin haberla sufrido o, por lo menos, sin tener una cultura social y pública que los eduque en la paz y en la libertad
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