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Ver día anteriorSábado 30 de diciembre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El INAH y el Tren Maya
C

uando se emprendió la construcción del Tren Maya se desataron los improperios. Por doquier aparecieron comentarios en su contra por parte de ecologistas, economistas, arquitectos, ingenieros, abogados y demás que habían medrado con singular entusiasmo del salvaje neoliberalismo que enriqueció a una camarilla con base en el empobrecimiento de los de abajo. Entre tantos motivos de censura de la obra se mencionaba con mayúsculas el atentado que ello significaría contra la ancestral cultura maya y sus vestigios.

Hace tiempo ya que tantos detractores se callaron el hocico, entre otras cosas porque se demostró que la hazaña de Zedillo contra los ferrocarriles, que en vez de procurar modernizarlos como en tantas partes, en aras de favorecer a sus patrones dedicados a los automotores, decidió exterminarlos. No de balde luego le dieron tan buena chamba…

Han pasado los años; se ha trabajado con intensidad; lo mismo que con el que recorrerá el istmo de Tehuantepec. Pero de éste prefirieron no hablar porque nada pudieron pergeñar en su contra.

Los agoreros aquellos esgrimieron, hasta que se hartaron, el argumento de que el dichoso tren aniquilaría lo poco que quedaba de la cultura maya.

Pero el INAH entró en acción. Después de un letargo, dicha institución, que ha sido benemérita tantas veces, tomó el toro por los cuernos y se sumergió en toda la región en busca de testimonios de las antiguas culturas que podían ser lastimados por las obras de ingeniería.

El caso es que está cerca el día que el sureste tendrá un medio de comunicación eficiente y barato, el cual coadyuvará sobremanera a su desarrollo, después de que la patria tuvo marginada esa región durante tantos años. Pero, además, el extraordinario trabajo de los investigadores del INAH sigue aportando una cauda de conocimientos de las antiguas culturas que enriquecerán de manera excepcional el conocimiento y la fortaleza cultural de esa región de México.

No tardaremos mucho en darnos cuenta de un marcadísimo crecimiento del excelente turismo que atrae la cultura prehispánica, especialmente la maya, por la extraordinaria calidad que alcanzó, misma que cada vez vamos percibiendo y apreciando mejor.

No cabe duda de que, a pesar de algunos desfiguros que comete por otras partes del país, como en Baja California Sur, en el otro extremo de la nación, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, lo mismo que sus principales directivos, se están cubriendo de gloria.

Todo lo que se está haciendo en la mera superficie, dentro de cenotes y cuevas, en zonas arqueológicas ya reconocidas, y por lugares donde no se había encontrado nada aún, tendrá dentro de poco tiempo un valor en verdad incalculable que mejorará sobremanera el nivel de vida de los mayas de hoy.

Vale en verdad la pena reconocer la callada y paciente labor de excelentes arqueólogos que darán lugar a que en el futuro se hable de los conocimientos de la cultura maya con base en un antes y un magnífico después de la cauda de trabajos que se están realizado.

No es esta la primera vez, por supuesto, que sus investigadores se cubren de gloria. Queda claro que el INAH es mucho más que esa retahíla que padece de empleados holgazanes sindicalizados esparcidos por el país.