l 11 de enero de 2024, Sudáfrica, apoyado por más de 60 países y 900 organizaciones civiles, presentó un sólido caso contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia de la ONU por el delito de genocidio, en el cual presentaron evidencias contundentes de intencionalidad y múltiples violaciones por parte de Israel a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
Israel argumentó que el ataque bélico sistemático contra la población civil palestina es una respuesta y defensa contra el sin duda terrible ataque del movimiento Hamas contra Israel el 7 de octubre de 2023, con cientos de muertos civiles. Oculta convenientemente mencionar que Hamas fue creado y apoyado en su origen por el propio Israel para dividir a los movimientos palestinos, especialmente minar a la Organización para la Liberación de Palestina, liderada entonces por Yasser Arafat, que contaba con importante apoyo en Naciones Unidas. Esto no es una teoría conspirativa, sino un hecho reconocido públicamente por el general israelí Yitzhak Segev al New York Times (http://tinyurl.com/45m582kv). Para Israel, Hamas sería un importante factor divisivo a nivel interno en Palestina pero también un elemento más agresivo y radical que sería más fácil de condenar desde fuera.
Con más de 23 mil muertos en apenas tres meses –de los cuales 70 por ciento son mujeres, niñas y niños–, más de 60 mil personas heridas –la abrumadora mayoría civiles–, 90 por cierto de los edificios destruidos, principalmente hospitales, escuelas, viviendas y servicios, es difícil pensar que el genocidio en curso del gobierno de Israel contra el pueblo palestino en Gaza pueda tener más impactos. Sin embargo, las repercusiones negativas de esta guerra afectan también al resto del planeta en más niveles de los que pensamos.
Un estudio realizado por investigadores de universidades de Reino Unido y Estados Unidos, reseñado por el diario británico The Guardian, reveló que las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) en los primeros 60 días de la guerra en Gaza superaron las emisiones totales de más de 20 países altamente vulnerables al cambio climático (http://tinyurl.com/49rp445s).
El estudio publicado el 5 de enero (http://tinyurl.com/5n7v6zvy) estimó que se liberaron 281 mil toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2)en 60 días desde el 7 de octubre, de las cuales 99 por ciento fueron atribuidas a los bombardeos aéreos y la invasión por tierra de Israel sobre Gaza.
Los investigadores solamente tomaron en cuenta las actividades de mayor intensidad en la generación de gases de efecto invernadero, pero no todas las fuentes de emisiones, por lo que seguramente éstas son mayores. Las emisiones de la respuesta
militar de Israel al ataque de Hamas en 60 días equivalen a quemar 150 mil toneladas de carbón. Ese cálculo incluye el CO2 generado por las misiones de bombardeos áreos, combustible de tanques y otros vehículos, así como los gases generados por la explosión de bombas, artillería y cohetes. No incluye la estimación de otros gases GEI, como metano. La mitad de las emisiones estimadas corresponden a aviones de carga de Estados Unidos para transportar material bélico para Israel.
Los cohetes que arrojó Hamas en el mismo periodo se estimaron en 713 toneladas de CO2, equivalentes a la quema de 300 toneladas de carbón, lo que el estudio destaca como muestra de la enorme diferencia en la maquinaria bélica desplegada.
También calcularon que la reconstrucción de 100 mil edificios destruidos emitirá al menos 30 millones de toneladas métricas de carbono adicionales.
Los autores señalan que el estudio sobre Gaza solamente es una instantánea de la inmensa huella climática y ecológica del militarismo y los conflictos bélicos. Refieren que según otros estudios anteriores, si se tomaran todos los elementos de la cadena industrial-militar que emiten CO2 o equivalentes, las emisiones de GEI resultantes serían de cinco a ocho veces mayores.
El militarismo y las guerras, además de las masivas pérdidas de vidas humana y de ser una fuente de devastación y contaminación ambiental, de destrucción de la naturaleza y sus seres vivos, son también un factor muy importante de la crisis climática, lo cual genera más sufrimiento, migraciones y pérdidas de vidas (http://tinyurl.com/5e7sh9wm).
Pese a que varios estudios sobre el tema estiman que causan entre 5 y 6 por ciento de las emisiones globales de GEI (más que todas las causadas por el transporte comercial áereo y naviero combinadas), la mayoría de las actividades militares no se toman en cuenta al reportar las emisiones por país al Convenio de Cambio Climático de ONU.
Por ello también, en la reciente COP28 de ese convenio realizada en Emiratos Árabes Unidos, las protestas de las organizaciones y movimientos contra el genocidio en Gaza fueron constantes, pero también contra todas las guerras y contra el aumento del militarismo en general, que es inseparable y coadyuva a la creciente injusticia climática.
* Investigadora del Grupo ETC