l cierre del quinto año del gobierno que se propuso como objetivo la autosuficiencia alimentaria, el caso del maíz, principal grano básico, da cuenta de lo contrario. Para este año se estima que la producción cubra sólo 59 por ciento del consumo del país.
Pretender la autosuficiencia alimentaria en un mercado abierto era de entrada una meta difícil de alcanzar, ya que las empresas no sólo importan por falta de producción, sino por ventajas para sus negocios: precios, subsidios a la exportación, créditos blandos, formas de distribución, etcétera. No obstante, hubiera sido deseable reducir la dependencia alimentaria a través de políticas agrícolas y comerciales orientadas a ello.
En sentido opuesto, las importaciones de maíz cerraron 2023 con cifras récord. Hasta noviembre se habían importado 18.2 millones de toneladas de maíz, cifra nunca antes alcanzada, que superó 17 millones de toneladas importadas a final del sexenio anterior. Es posible que el registro al cierre del año sea de alrededor de 19 millones de toneladas.
A pesar de una buena cosecha durante el ciclo otoño-invierno, mayoritariamente de riego y agricultura comercial, que aportó 1.6 millones de toneladas más que en 2022, así como de una cosecha regular en el de primavera-verano, principalmente de temporal, las importaciones continuaron creciendo y obstaculizaron la comercialización del grano nacional.
Los agricultores y campesinos se encontraron con el mercado inundado de grano extranjero, con precios internacionales deprimidos y sin sistemas de comercialización ni financiamiento para el campo.
El paquete contra la inflación y la carestía (Pacic) cargó el costo a los productores de la misma forma que lo hicieron los gobiernos neoliberales. En mayo de 2022 eliminó el arancel de 20 por ciento del maíz blanco para países sin tratados comerciales. Las importaciones de Sudáfrica superaron a las de Estados Unidos. Las empresas que importaron el grano sudafricano, que es 85-90 por ciento transgénico, fueron Maseca y Tierra de la Milpa. En total se importaron 343 mil toneladas de maíz blanco destinado a la elaboración de tortillas.
Después de la crisis de la tortilla
en 2008, el gobierno de Calderón eliminó el arancel para el maíz blanco y amarillo que tenía una protección de 194 por ciento, frente a los países con quienes no tenía tratados comerciales. En 2012 las importaciones sudafricanas de maíz blanco se dispararon y, según el Banco de México, rondaban el millón de toneladas, de ahí que Peña Nieto estableciera un arancel de 20 por ciento en 2013 para los países sin tratados comerciales, que el gobierno obradorista eliminó con el Pacic.
El maíz amarillo ha permanecido en el mercado abierto y sin arancel desde 2008, bajo el argumento de que México es deficitario en este tipo de grano, aunque también compite con el maíz blanco nacional. El maíz amarillo importado se destina a la alimentación del ganado y a la elaboración de productos procesados de consumo humano, incluidos los edulcorantes de alta fructuosa que contienen los refrescos.
Las comercializadoras trasnacionales controlan una gran porción del mercado en ambos lados de la frontera: Archer Daniels Midland, que también produce edulcorantes, importó 2.7 millones de toneladas a ADM del país vecino. Barlett Logistics de México importó de Barlett Grain, Estados Unidos, 4.3 millones de toneladas, Cargill de México importó un millón de toneladas del Cargill estadunidense, Atterbury Group importó de Atterbury Grain otro millón de toneladas. Así, las fronteras están borradas en favor de las corporaciones trasnacionales.
Las importaciones de maíz han crecido exponencialmente desde la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (1994), ya que la apertura comercial también facilitó la instalación de fábricas de producción intensiva de puerco, res y pollo que utilizan el maíz como insumo. De ahí que entre las importadoras se encuentren Bachoco, Pilgrim’s, Campi, El Calvario, Grupo Porcícola Mexicano, Sukarne y Gusi.
En los últimos años Brasil se ha convertido en el segundo exportador de maíz amarillo a nuestro país. Hasta noviembre de 2023 había exportado 1.75 millones de toneladas. En años anteriores el país sudamericano había exportado pequeñas cantidades a México, pero aprovechando la liberalización unilateral del mercado mexicano con cero arancel y su propio avance en infraestructura. A partir de este sexenio sus exportaciones han crecido fuertemente entre 1.5 y 2 millones de toneladas anuales. El maíz brasileño es 94 por ciento transgénico.
No parece comprensible que el gobierno se proponga la autosuficiencia alimentaria y mantenga el mercado abierto para países sin tratados comerciales.
El próximo año las dificultades de comercialización de las cosechas de maíz pasadas afectarán las decisiones de siembra de los agricultores, aunado a la sequía que enfrentará la mayoría de las regiones del país, y cobrarán la factura reduciendo la producción nacional del básico.
* Directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano