nte un problema tan severo como el de los hombres del campo en México, que cada vez más bajan de las montañas a la ciudad y generan el gran problema de país: las zonas marginales.
Gabriel Zaid cumple 90 años y sigue en el planteamiento de soluciones prácticas para mejorar la vida de esos migrantes campesinos. En un artículo titulado Confusiones sobre el campo, que ya he citado, expone, a mi manera de ver, algunas soluciones.
Enfatiza que, aunque el campo está poblado en grado mayoritario por campesinos, no todos los que viven en él se dedican al campo. Las mejores tierras y el grueso de la producción son producto del campo moderno. Hace alusión a cifras que clarifican la situación del campesino: En la agricultura tradicional, 95 de cada 100 personas producen alimentos para sí mismas y las cinco que viven en las ciudades, mientras en la agricultura moderna, bastan cinco en el campo para alimentar a 100. Los campesinos destinan su producción al autoconsumo y a los mercados locales. Casi todo el comercio exterior agropecuario se mueve entre el campo moderno de unos países y las grandes ciudades de otros
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Según Zaid, los campesinos no piden, ni deben, con el campo moderno. Las mejoras en sus siembras deberán ser enfocadas a mejorar la dieta local. Resulta más económico y más práctico crear fuentes de empleo para ellos en el campo que en la ciudad. La industria ligera y las artesanías pueden ser fuente de empleos con una mínima inversión para sacar al campesino, como señala Zaid, de una economía de subsistencia, al margen de los grandes mercados. Por tanto, el acento debería colocarse en lograr que el campesino sea productivo en su propia comunidad sin competir (en francas condiciones de desventaja) con la agricultura del campo moderno. Las actividades microindustriales pueden ser la solución al problema del campesino. Como ejemplo, Zaid señala la industria artesanal desarrollada por Vasco de Quiroga en Michoacán.
Tales alternativas tendrían además la gran ventaja de no desarraigar al campesino de su comunidad, sus raíces y tradiciones y, sobre todo, de su simbología propia.
Felicidades a Zaid que entregó su vida a pensar soluciones a nuestros grandes problemas.