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Exhibe el Museo Mural Diego Rivera el arte efímero e irrepetible del alfeñique

Azúcares sacras, dulces rituales consta de mil 225 piezas, la mayoría provistas por Juan Rafael Coronel

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▲ El muralista Diego Rivera, abuelo del curador (junto con Raúl Cano), compró algunas piezas de azúcar en el Mercado de la Merced en sus dos últimos años de vida, de las cuales tres se incluyen en la muestra. De niño, en mi casa se utilizaba mucho poner altares de muertos. Fui guardando las piezas que sobrevivieron. Hace unos 13 años, Raúl Cano y yo comenzamos a hacer un acopio, cuenta Coronel Rivera en entrevista.Foto Jesús Gómez González
 
Periódico La Jornada
Martes 2 de abril de 2024, p. 5

Es probable que de aquí a 20 o 30 años ya no exista, debido a su misma naturaleza, ninguna de las mil 225 piezas incluidas en Azúcares sacras, dulces rituales, exposición montada en el Museo Mural Diego Rivera, expresa Juan Rafael Coronel Rivera, cocurador con Raúl Cano Monroy. Esto tampoco nos debe asustar, ya que las piezas están hechas como una manifestación artística efímera.

Esta condición hace de Azúcares sacras una muestra irrepetible, ya que no son obras de carácter recuperable. Otra cosa que hace única la exhibición es que las piezas se conciben como esculturas, más allá de sólo ser representaciones de arte popular, señala Coronel Rivera.

Crear figuras con mieles naturales es una tradición que se remonta a tiempos prehispánicos, ya que los pueblos originarios no tenían azúcar. La obra expuesta se puede dividir en dos grandes tradiciones: la indígena y aquella que se mezcla con la hispánica y otras influencias.

La selección se hizo de un total de 4 mil piezas. Aunque se trata de una exposición extensa, de ninguna manera es exhaustiva. La mayoría de las piezas incluidas proviene de la colección particular de Coronel Rivera.

Su abuelo el pintor y muralista Diego Rivera (1886-1957) había comprado algunas en el Mercado de la Merced, durante sus dos últimos años de vida. Incluso, tres de ellas se incluyen en la muestra. De niño, en mi casa se utilizaba mucho poner altares de muertos. Fui guardando las piezas que sobrevivieron. Hace unos 13 años, Raúl Cano y yo, a fin de hacer un acopio, empezamos a realizar recorridos formales durante las festividades de Todos los Santos y religiosas, porque no todas las obras son para Día de Muertos.

Elaborar estos alfeñiques no es una tradición sólo de México, de allí que se incluyen piezas de Bolivia, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Casi todas son de tradición indígena; sin embargo, con las diferentes influencias, no sólo la cultura española, sino de los árabes, los afrodescendientes y los asiáticos llegados a América, hubo un sincretismo en el cual se empezaron a incorporar otros animales al panteón junto con las águilas y los ocelotes. Ya figuraban los elefantes y las jirafas. El tipo de dulce también se amplía para incluir el mazapán y la charamusca, que son de procedencia árabe.

Azúcares sacras está organizada en varios núcleos: Arte originario, El episodio colonial y siglo XIX, La continuidad indígena, La tradición del Medio Oriente y asiática, La comida, Tradición africana, La actualidad toca la puerta y Dulce ritual latinoamericano.

Durante el proceso de investigación para la exhibición, se encontró una pieza que estaba en la colección del museógrafo Fernando Gamboa. La pequeña escultura de aproximadamente 10 centímetros de alto representa a la muerte con una vestido de época color rojo y un sombrero negro tipo cloche con una pluma. Data de 1900 y fue realizada por el taller de Pantaleón Panduro.

Raúl Cano anota que, aunque Gamboa siempre incluía las piezas de alfeñique en sus exposiciones, junto con otras manifestaciones como la cartonería, nunca eran protagonistas. Para el curador, la exposición es una aportación a la historia del arte mexicano en general, no sólo del arte popular.

Además, de la Calavera garbancera, de José Guadalupe Posada, esta cerámica no sólo serviría de referencia a Rivera, sino que sería, de acuerdo con los datos que ofrece el recinto, la primera representación de cuerpo entero de una Catrina.

La muestra se complementa con 71 piezas de arte popular, 24 prehispánicas, seis hojas volantes de José Guadalpe Posada, tres cerámicas de Pedro Coronel, pinturas de caballete de Roberto Montenegro, José Chávez Morado, Naya Márquez y José García Narezo, y una fotografía de Manuel Álvarez Bravo, que muestran la influencia de esta tradición en el arte mexicano del siglo XX.

Azúcares sacras, dulces rituales permanecerá hasta el 17 de julio en el Museo Mural Diego Rivera, en la calle Colón esquina con Balderas, Centro.