El Inbal le dedica el ciclo Protagonistas de la Literatura
Lunes 8 de abril de 2024, p. 3
La sala Manuel M. Ponce, a toda su capacidad, se convirtió ayer en un foro en el que circularon historias, confesiones y reconciliaciones familiares en torno a la escritora Rosa Nissán (Ciudad de México, 1939), quien fue objeto de un reconocimiento por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), que le dedicó el ciclo Protagonistas de la Literatura.
Junto a la escritora Elena Poniatowska, quien participó en el acto, Rosita, como le llaman, explicó: Tengo una maestra muy mexicana que me hizo amar a este país
.
Poniatowska conoció a Nissán en un taller de escritura creativa que fundó Alicia Trueba.
A lo largo de sus años de escritora y sus seis viajes a Europa, Rosa Nissán se propuso rescatar con su capacidad crítica y libertaria a muchas seguidoras, quienes tenían miedo de lanzarse a la literatura, la pintura y el teatro
, resaltó Elena Poniatowska.
A su vez, Rosita, con un despliegue de buen sentido del humor, admitió que a sus hijos no les tocó la mamá que esperaban, sino a mí
. Su hijo, de hecho, alguna vez le dijo, refiriéndose a su carrera de escritora: Mamá, pagaste un precio muy alto
, a lo que ella contestó: Claro, pero el otro precio, el de no hacer lo que quería, hubiera sido más alto todavía
. Si uno tiene que pagar un precio alto, siquiera que sea por lo que quieres
.
Las reflexiones de carácter más íntimo surgieron a raíz de la intervención de su nieta mayor Tammy Goldberg, quien habló de la lejanía
que sintió durante muchos años respecto de su abuela. El rencuentro ocurrió hace poco más de un año con motivo de la presentación de la trilogía
de Nissán.
“Muchas personas admiraban a Rosita. Durante varios minutos hablaban de su maravillosa trayectoria. Aunque de eso no hablábamos en casa. Nunca me transmitieron esta admiración hacia el destacado trabajo de mi abuelita. Para mayor sorpresa, no había nadie de mi familia, sólo mis hijas y yo. Esto me provocó una tristeza y compasión indescriptibles. Me obligó a decirle a mis hijas que me prometieran que si algún día escribía un libro, allí estarían.
“Después entendí que su camino debió haber sido difícil. Era una mujer divorciada, vista negativamente por su familia, que tuvo que hacerse a un lado para salir adelante. No es mi intención evidenciar a nadie de mi familia, que ya bastante expuesta está con los libros de Rosita.
Ella nos enseñó a saber quiénes somos, sin importar lo que esperan de nosotros. Ser únicos y especiales. Por ti aprendí la importancia de hablar, de expresarme y hacer valer mi palabra. Es un legado invaluable ser nieta de una mujer tan valiente.