Autoridades universitarias estimaron que a la celebración del Día Internacional de la Danza acudirían más espectadores que el año pasado
Domingo 28 de abril de 2024, p. 3
Entre un festín de colores, músicas, ritmos y cuantos tipos de baile son posibles o imaginables, este sábado transcurrió la celebración del Día Internacional de la Danza en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Desde muy temprana hora y hasta el anochecer, decenas, cientos, miles de personas –los más doctos dirían un chingo– se dieron cita en el Centro Cultural Universitario (CCU) para ser testigos y partícipes de esta fiesta en tributo al cuerpo, el movimiento, la creatividad y la vida.
Las cifras oficiales de asistentes, según se informó a este diario, se darían a conocer hasta la noche, cuando esta edición ya habría cerrado. Sin embargo, autoridades de la Coordinación de Difusión Cultural de la máxima casa de estudios del país estimaban recibir a más de 25 mil personas, 2 mil más que el año pasado.
Este exultante carnaval, cuyo elenco estuvo conformado por 177 compañías, tuvo como principales protagonistas a decenas de grupos y bailarines de tipo estudiantil o de aficionados –entre ellos los de los talleres libres de la UNAM– que compartieron a lo largo del día con las cuantiosas audiencias los adelantos en sus lecciones o lo mejor de sus repertorios.
No pocos de entre el público se despojaron de la timidez y, acaso contagiados por el espíritu festivo imperante, de forma espontánea se hicieron partícipes de las acciones en varios momentos y espacios.
Uno de ellos ocurrió en la Batalla de baile fantástico, actividad efectuada en uno de los jardines de este centro cultural en la que sobre todo niños y jóvenes, ataviados con disfraces y pelucas que les prestaban en el momento, persignaron el piso con sus mejores pasos, al compás de música comercial de diferentes épocas, en una competencia cuyo ganador era designado por el público con sus aplausos.
Más tarde, estaba previsto que el bailongo alcanzara dimensiones colectivas con la actuación de las Musas Sonideras, colectivo de mujeres al que le correspondió cerrar las acciones de este año.
El programa, como es habitual, incluyó también la participación de compañías profesionales, como el Taller Coreográfico de la UNAM, por la mañana; el espectáculo Yanga… Resistencia negra en México, dirigido por Serafín Aponte, por la tarde, y el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, al anochecer.
La sala Miguel Covarrubias registró un lleno casi absoluto en las presentaciones de esas tres agrupaciones, como, en lo general, sucedió en gran parte de los otros escenarios cerrados: el teatro Juan Ruiz de Alarcón y el Salón de Danza, así como los foros abiertos La Espiga, La Fuente, el jardín Julio Castillo, la explanada de la sala Nezahualcóyotl, el jardín del teatro Juan Ruiz de Alarcón y el estacionamiento 3.
No hubo espacio ni tiempo para la quietud, el silencio ni el aburrimiento a lo largo del día. La programación permitió apreciar, de forma ininterrumpida durante más de 10 horas, una vasta propuesta de géneros y estilos: lo mismo ballet clásico y neoclásico que contemporáneo; danzas polinesias y flamenco que folclor mexicano; danza árabe que bailes de salón, sin dejar de lado los urbanos, como el break dance, el hip hop y el funk.
Vestuarios jarochos, árabes, andaluces, hawaianos y futuristas deambularon por doquier y a toda hora, entre ovaciones, azoro, un sinfín de movimiento, mucha gente, sonrisas y felicidad.
El de ayer, con motivo del Día Internacional de la Danza, fue un periplo tan vistoso como agradable en el CCU de la UNAM, con músicas y coreografías que transportaban a diversas épocas, geografías, realidades y hasta estados de ánimo, desde lo sutil y sublime del ballet clásico hasta lo pasional del flamenco y el tango.