n la defensa de las ideas, propias o no, la tendencia de los gobiernos capitalistas es recurrir al tremendismo, sin miramientos y sin importarles las secuelas que este tipo de corrientes causen entre la población.
Durante el neoliberalismo ha sido siempre un algoritmo: recurrir a todo tipo de mentiras y extorsiones.
El diversionismo ideológico se ha considerado –o se consideró– como una tendencia a distorsionar la ideología. Distraer, mutilar, tergiversar, todo eso junto. El asunto fue confundir con mentiras muy bien estructuradas pretendiendo hablar con la verdad.
No sólo desde el diversionismo, ya desde muchos años, antes de cualquier revolución del siglo XX, las intenciones de ocultar la realidad han sido un estilo de seudopolítica reaccionaria impuesta por las oligarquías.
Actualmente, las verdades sospechosas han tomado un lugar relevante en la actual política. Cada quien, en este mundo manipulado, ha expresado tener la razón y decir, hasta el cansancio, que el que miente es el de enfrente.
Así, tal como lo hace la señora que no puede hablar bien porque tiene un frenillo sublingual, el cual no se ha retirado por falta de atención a su salud. Bueno, era preciso decirlo porque esa es otra verdad. Ser diferente para llamar la atención. Aunque no somos sicólogos, pero llama la atención la cantidad de mentiras o tergiversaciones que puede decir en un promocional de siete segundos. Nos referimos a la candidata del grupo de tergiversadores de la realidad: PRI-PAN-PRD y aliados.
Así que se ha vuelto una tarea escalofriante y agotadora estar aclarando las imprecisiones sobre lo que ha estado pasando en la Cuarta Transformación. En este gobierno que fue electo por millones de personas que querían y quieren vivir en la verdad. O, por lo menos, en un sistema en el que no sea necesario mentir para congraciarse con la población.
Sí, durante todos estos años y a través de más de mil 300 artículos escritos en este espacio de opinión de La Jornada, hemos intentado hablar con la verdad, siempre. Al menos de expresarnos con menos imprecisiones o modificaciones al sentido de lo que estamos opinando. No ha sido nada fácil. Por ello, hemos recibido felicitaciones, pero también críticas infundadas y hasta amenazas.
Pero, en fin, este es el riesgo de atreverse a decir lo que se piensa y ejercer la libertad de decir verdades que, para muchos y muchas, resultan ser ofensas.
Boaventura de Sousa Santos, gran pensador portugués, en entrevista con el canal Palabras Mayores Colombia (PMC), nos dice que lo importante para el fascismo que ha inventado las guerras de Ucrania y la franja de Gaza es mantener la atención para hacer creer que se está defendiendo la democracia y la libertad que nos garantizan los derechos humanos.
Pero, analizando esa idea, tenemos que han sido cientos de años lo que las oligarquías han tomado como bandera, la tal defensa de la libertad, los propios derechos humanos y la llevada y revolcada democracia.
El conductor de PMC pregunta a De Sousa: ¿Cómo vamos a comunicar con la gente si todo lo manejan las grandes empresas y consorcios, si todo tiene reglas que prohíben expresar la verdad sobre las conductas fascistoides?
Necesitamos conocer lo que está pasando con Julian Assange, con las restricciones que se han impuesto al propio De Sousa y de los bloqueos que existen en todo el mundo, como el de Cuba, sin importar que la gente esté sufriendo por la decisión de un grupúsculo de incoscientes e irresponsables políticos de la extrema derecha.
Hemos vuelto a las corrientes racistas, de ultraderecha regenerada, de fascismo virulento y de las mentiras transformadas en verdades.
Es urgente dar la batalla contra el sistema del miedo, del sentimiento de impotencia que tanto hace daño a la sociedad humana. Dice De Sousa: Tenemos derecho a la esperanza. Si vencemos el miedo, podemos avanzar en ganarle territorio a la maldad que representan estas corrientes ultras que no mueren, sólo se transforman y van renovando sus rostros con nuevas técnicas de comunicación
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Para esas batallas, afortunadamente, la sociedad ha aumentado su participación en nuevos movimientos políticos, en los que ha podido expresar la voluntad de recuperar el valor de la verdad y, también, por qué no, de la esperanza, sentimiento que sólo nos corresponde a quienes queremos la verdadera democracia y el respeto a nuestros derechos totales.