Martes 30 de abril de 2024, p. 19
Más de 70 millones de personas en América Latina y el Caribe no tienen ingresos suficientes para adquirir una canasta básica de alimentos, mientras 43 millones padecen hambre. Este problema se acentúa entre las mujeres, la población indígena y los habitantes de zonas rurales, pues responde más a brechas de acceso a los alimentos que a la falta de oferta, expuso José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La falta de acceso a una canasta básica –en una región que destaca como exportadora– responde a cómo están configuradas las cadenas de suministro de alimentos a escala global, a los precios de estos bienes y a la incidencia de la pobreza, indicó en conferencia de prensa. Es así que el reto de reducir el hambre y la desnutrición en América Latina y el Caribe empieza por la enmienda de disminuir la falta de ingresos.
La incidencia de la pobreza y pobreza extrema es mayor que hace 10 años y esto en gran parte se debe al síndrome de bajo crecimiento que padece la región
, destacó el titular de la Cepal. El avance de la actividad económica en la región durante los pasados 10 años ha sido en promedio de 0.8 por ciento anual, menos de la mitad del 2 por ciento de la llamada década perdida. Con tasas de crecimiento tan bajas, es sumamente difícil, por no decir imposible, reducir la pobreza e informalidad y crear empleo de calidad
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De ahí que también resulta más intrincado apagar el hambre y el riesgo de inseguridad alimentaria en una región que vive la paradoja de tener 15 países exportadores netos de alimentos, pero cuyos sectores productivos reflejan las brechas de desigualdad que recorren sus estructuras económicas. Mientras los mercados internacionales son abastecidos por industrias agrícolas tecnificadas y modernas, inaccesibles a los pequeños productores, el consumo interno es lo único que se deja, en parte, a estos últimos.
Lola Castro, directora regional para Latinoamérica y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos, advirtió por su parte que la región se encuentra en una encrucijada, al ser la principal exportadora de alimentos del mundo
, pero tener a millones de personas con inseguridad alimentaria. Parte de esto es que cuenta con la dieta saludable más cara del mundo, en promedio 4 dólares por día, lo que hace que desnutrición y obesidad convivan en un mismo hogar y da combustible a una crisis de salud pública
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Mario Lubetkin, subdirector general y representante para América Latina y el Caribe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, destacó que la inacción frente al hambre y la inseguridad alimentaria representa en promedio 6.4 por ciento del PIB en la región, mientras cerrar las brechas de acceso a dietas saludables es de 1.5.