Ante las declaraciones del obispo Ramón Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), sugiriendo una campaña de personas cercanas a ya saben quién contra la Iglesia, a raíz del presunto secuestro de Salvador Rangel Mendoza, obispo emérito de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, el presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo que su administración es muy respetuosa de la actividad de las iglesias, en especial de la católica.

No estamos acostumbrados a mentir; siempre actuamos con apego a la verdad. Y de ninguna manera nos proponemos hacerle mal a nadie, y esto incluye el respeto a instituciones que tienen que ver con el ejercicio de la fe, de la espiritualidad. No afectamos, no nos oponemos, no estamos en contra de ninguna religión, somos defensores de la libertad de creencia, expuso en su conferencia matutina de ayer.

En Guerrero, el obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González Hernández, salió en defensa de Rangel Mendoza. Señaló que el clérigo fue víctima de tortura y sus captores lo drogaron, pues tiene moretones y aún no se recupera de la sustancia que le administraron.

Dijo que la información con la que se cuenta sobre lo sucedido es muy escueta, pues sólo se sabe que lo encontraron en el Hospital General de Cuernavaca, muy enfermo, y de ahí lo trasladaron hacia un nosocomio privado y luego a su domicilio, donde convalece.

Comentó que ya dialogó con Salvador Rangel, aunque de manera muy breve por sus condiciones actuales. Está muy enfermo, todavía no puede hablar mucho, pero se están esperando los resultados de las investigaciones, apuntó.

El prelado refirió que Rangel está dispuesto a declarar, pero sigue delicado de salud. Lo trataron como si quisieran desaparecerlo del mapa, reprochó. El obispo emérito Rangel Mendoza es conocido por admitir públicamente que negociaba con integrantes de grupos delictivos rivales para pacificar varias regiones de Guerrero.