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Ningún lugar a donde ir rompe la frontera entre artistas y espectadores
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▲ La pieza del coreógrafo César Brodermann fusiona la danza contemporánea, el performance y las artes visuales en un viaje en el que el camino es el mayor aprendizaje.Foto cortesía de Jacobo Ríos
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de mayo de 2024, p. 5

El coreógrafo César Brodermann se propone desafiar las convenciones artísticas con su obra más reciente, Ningún lugar a donde ir, donde la danza contemporánea, el performance y las artes visuales se fusionarán este sábado y el 1º de junio en el Faro Cosmos.

Con esta pieza, el artista multidisciplinario busca romper las barreras entre los espectadores y los artistas, para sumergirlos en su mundo creativo.

A mis 17 años, me fui del país para aventurarme por Estados Unidos e Israel. En cada nación permanecí un lustro, aunado a que laboré en diferentes compañías de danza, entre ellas Batsheva. Sin embargo, cuando regresé a México me sentía confuso, y no sabía si quedarme o volver a viajar, explicó Brodermann en entrevista con La Jornada.

“En ese momento esta creación fue cobrando forma y pasó por varias transformaciones; podría decir que se asemeja mucho a la vida misma: se inicia un proyecto, se desarrolla, se deja de lado, se vuelve a retomar, pero es necesario mantenerse enfocado en el camino, así como en el proceso creativo.

Una vez que tuve claro el proyecto, éste se pudo manifestar con la participación de los bailarines en combinación con otras metodologías, disciplinas y técnicas. Esta propuesta versa sobre la condición humana, además de la búsqueda de un destino, pero, ojo, el camino es el que ofrece el mayor aprendizaje.

Siete bailarines en escena utilizan una serie de paredes (a manera de fronteras) para cruzarlas. En la experiencia se suman los espectadores, quienes exploran junto con los mismos artistas nuevas formas de comunicación y expresión a través del movimiento y la interacción en vivo.

Esa es la parte más plástica y visual del montaje, añadió César Brodermann (Ciudad de México, 1995). “En algún momento, todos nos vemos inmersos en un mundo maravilloso, donde lo único que importa es dejarse llevar por las melodías de Eduardo Caballero, quien toca el piano electrónico.

“Como no es una obra convencional, no hay una narrativa o un hilo conductor. Por el contrario, el lenguaje corporal, el arte contemporáneo, el momento presente y los asistentes son la combinación ideal para crear esta manifestación artística.

“Por esa razón, cuando me siento atorado, triste o siento que no puedo dar más de mí, la danza y el performance me impulsan hacia adelante. Eso es lo que trato de hacer con este trabajo: fomentar que las personas disfruten de la danza, experimenten una montaña rusa de emociones y ayuden a los demás. Es decir, que sean una especie de puente para que sus semejantes crucen el camino arduo. La esencia de mi trabajo radica en la ruptura de las fronteras multidisciplinarias”, concluyó el también bailarín de la danza contemporánea, fotógrafo y director artístico.

Con entrada libre, las dos únicas funciones de Ningún lugar a donde ir serán este sábado y el 1º de junio, a las 13 horas, en el Faro Cosmos (calzada México-Tacuba s/n, Colonia Tlaxpana, alcaldía Miguel Hidalgo).