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Exhiben 140 portadas diseñadas por Leonel Sagahón
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▲ Leonel Sagahón ha dotado de identidad gráfica a la obra de autores como Jorge Ibargüengoitia, Sergio Ramírez, Vicente Leñero, Carlos Fuentes, Enrique Serna y Beatriz Rivas.Foto cortesía del diseñador gráfico
 
Periódico La Jornada
Jueves 23 de mayo de 2024, p. 5

Si alguien sabe de la importancia que tienen las portadas de los libros para atraer a un potencial lector es el diseñador gráfico Leonel Sagahón (Ciudad de México, 1966), quien ha dedicado poco más de 35 de sus 58 años a esa especialidad, con alrededor de medio millar de obras de ese tipo en su haber.

Además de revistas del medio cultural y universitario, ha dotado de identidad gráfica a la obra de autores como Jorge Ibargüengoitia, Sergio Ramírez, Vicente Leñero, Carlos Fuentes, Enrique Serna y Beatriz Rivas, y ha trabajado para editoriales como el Fondo de Cultura Económica, Taurus y Alfaguara.

Ahora, el también artista visual, editor en Tintable, docente universitario y promotor cultural hace un corte de caja en la exposición Cara de Libro, 25 años diseñando portadas, que se presenta en la Galería Zabludovsky de la Biblioteca de México (Plaza de la Ciudadela 4, Centro) hasta el 9 de junio.

Integrada por una selección de 140 portadas, la muestra no sólo da cuenta de la labor que él ha forjado en el ámbito del diseño editorial, sino que acerca a los visitantes al proceso conceptual y creativo que tiene lugar durante el desarrollo de una de esas piezas.

–¿Desde qué ángulo aborda el diseño de una portada: artístico, cultural o social?

–En mi caso, son aspectos muy unidos. Hay una parte que debe funcionar desde el punto de vista de la comunicación, porque tengo que lograr que los libros se vendan. Es un imperativo que no puedo hacer de lado.

“Luego, todo el trabajo que hacemos está en el medio cultural, porque estamos hablando de literatura y de publicaciones para las universidades. Entonces, está claramente en la parte cultural. El trabajo de los diseñadores también construye cultura visual; en ese sentido, es cultura. O sea, todas las imágenes que los diseñadores ponemos a circular entre la gente se vuelven sus referentes, sus símbolos, su cultura visual.

“Para mí lo importante es que la cultura visual y la lectura se traduzcan en que la gente, después de leer, sienta deseos de hacer algo por la sociedad, el planeta, la comunidad, y que intente no hacerlo sola, sino que busque conectar con otras personas.

Aunque amo los libros y vivo de ellos, para mí el diseño es lo máximo. Me queda claro que los libros no son un fin como producto artístico o de diseño, sino lo importante es lo que sucede con las personas después de que han leído. Eso es lo esencial para mí.

–¿Puede considerarse a esta especialidad un género artístico?

–Es un género del diseño. Dentro del ámbito del diseño editorial hay una especialización de hacer portadas. Hay quienes nos hemos desarrollado en esa parte. Creo que no son objetos artísticos, por lo menos no en un primer momento. Cuando los hacemos, son diseños con una función comunicativa y editorial; eso es irrenunciable.

Algunas portadas y diseños, si tenemos suerte, con el tiempo pueden volverse memorables y quizás, en esa medida, puedan ser artísticos, pero una portada no debe nacer del deseo de ser artística, sino de ser comunicativa, editorial y cultural.

–¿Qué elementos toma en consideración al hacer una portada?

–Tengo algunos principios. Uno de ellos, imperativo, es que debe ser muy atractiva para los lectores. Esto es superimportante, a muchos niveles. Por ejemplo, una vez que el libro sale de imprenta y llega a las librerías tiene cuando mucho tres semanas en la mesa de novedades para lograr atraer a los lectores. Después de ese tiempo, si no ha vendido lo suficiente, desaparece de esa mesa y es mucho más difícil que pueda comprarse. Entonces, que sea atractivo es una prioridad superlativa.

“El segundo es que debe ser fiel al contenido. Una portada no puede engañar respecto de lo que va a encontrar uno adentro, no puede decepcionar ni ofrecer algo que no va a encontrarse en los interiores o en la lectura. Es otra cosa muy importante, ineludible.

El tercer principio es que debe intentar enriquecer la cultura visual; es decir, utilizar las imágenes, los símbolos y los referentes partiendo de la base de que los lectores son gente inteligente que gusta de los desafíos y quiere que todos sus referentes visuales, los símbolos que reconoce, se actualicen y se renueven. Porque si no lo hacemos así los diseñadores, los símbolos empiezan a erosionarse, desgastarse. Entonces, es una regla que me autoimpongo. Un cuarto criterio, ya un lujo, es que me interesa que la portada sea relevante y memorable para los lectores.

–¿Por qué optó por esta vertiente del diseño?

–La vida me llevó un poco a eso. Desde que terminé la secundaria, me hice alfabetizador. Durante seis años me dediqué con mucha intensidad a enseñar a leer y escribir a adultos. Ahí me nació un compromiso muy intenso con la lectura y el papel social que ella representa.