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Guernica, Palestina y las guerras de exterminio contra los pueblos
L

a destrucción de Guernica, el 26 de abril de 1937, ¿qué tiene que ver con el genocidio que lleva a cabo Israel contra el pueblo palestino? Poco y mucho. Poco, porque es arriesgado establecer paralelismos entre épocas tan distintas. Y mucho, porque las dos tragedias se relacionan en algunos aspectos. Uno es la deshumanización del adversario. Así como el dictador Francisco Franco presumía que socialistas, comunistas, anarquistas, gitanos y otros grupos eran seres inferiores, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, afirma que estamos luchando contra animales y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, declara que no hay palestinos porque no hay pueblo palestino.

No son las declaraciones aisladas de políticos de extrema derecha. En su libro Palestine in israeli school books: ideology and propaganda in education (Palestina en los libros de texto israelís: ideología y propaganda en la educación), Nurit Peled, destacada intelectual judía crítica del sionismo, ha mostrado que los libros escolares de Israel retratan a los árabes como criminales y terroristas o, en el mejor de los casos, gente arcaica que no paga impuestos y vive a expensas del Estado.

Otro aspecto es el empleo de la violencia desproporcionada contra población civil inerme. Según la Oficina Central de Estadísticas de Palestina, la franja de Gaza tiene una superficie de 365 kilómetros cuadrados; antes del 7 de octubre de 2023, su territorio contaba con 2 millones 260 mil habitantes, correspondientes a 40.6 por ciento de la población palestina. Siete meses después, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) habían arrasado 70 por ciento de las viviendas gazatíes, 32 hospitales, más de mil mezquitas, decenas de escuelas, bibliotecas, museos y todas las universidades. En el mismo lapso, asesinaron a 34 mil 991 personas, entre ellas 14 mil 100 niños, 9 mil 200 mujeres y mil 49 adultos mayores. A principio de mayo, el número de heridos ascendía a 82 mil 550, el de los desaparecidos a 8 mil 100 y el de desplazados a un millón 930 mil. En Cisjordania, región alejada de Gaza y no gobernada por Hamas, las tropas y los colonos israelíes habían matado a 492 personas y herido a 4 mil 750.

Como si fuera poco, las FDI masacraron a 458 profesionales de la salud, 196 trabajadores humanitarios, 46 integrantes de defensa civil y rescate, además de siete cooperantes internacionales de la ONG World Central Kitchen y 140 periodistas (a lo cual hay que añadir el reciente allanamiento de la televisora Al-Jazeera). Ahora Netanyahu lanza una nueva y mortífera serie de bombardeos, sin importar que Hamas haya aceptado la propuesta de alto el fuego de los mediadores Egipto y Catar. Estos números escalofriantes muestran que, incluso cuando cesará el fuego, Israel nunca podrá volver de este horror sin cuestionar sus cimientos.

Tanto en Guernica como en Gaza, sobresale el uso intensivo de la ciencia y la técnica para matar de una manera cada vez más eficaz. Así como en el país vasco se experimentaron los métodos de bombardeo más avanzados de la época, en Palestina se ensaya la aplicación mortífera del último invento de la era digital: la inteligencia artificial (IA). En 2021, el Brigadier General Y. S., seudónimo de un alto funcionario de la Unidad 8200 de los Cuerpos de Inteligencia de las FDI, publicó el libro The Human-Machine Team: How to Create Synergy Between Human and Artificial Intelligence that Will Revolutionize our World (El equipo humano-máquina: cómo crear la sinergia entre la inteligencia humana y la artificial que revolucionará nuestro mundo). Tras un lenguaje aséptico, el autor asevera que los humanos y las máquinas inteligentes tienen que colaborar para actuar en conflictos asimétricos, donde fuerzas militares más fuertes y más grandes no tienen necesariamente una ventaja sobre las más pequeñas.

Recientemente, los reporteros de los sitios de contrainformación +972 y Local Call, con base en Israel, han revelado el papel que ha desempeñado la IA en los bombardeos de Gaza. Dos programas, Habsora (Evangelio) y Lavender (Lavanda), identifican a los militantes de Hamas, o sospechosos de serlo, procesando miles de millones de datos que incluyen sus domicilios, movimientos, redes sociales, rasgos faciales, fotografías y contactos. De esta manera, el ejército elabora listas negras de sospechosos cuyos hogares se vuelven objetivos militares autorizados por el gobierno. Puesto que el margen de error es elevado, por cada militante efectivamente alcanzado, el número de víctimas colaterales es en promedio de 15 a 20, pero, cuando es de alto valor militar, puede llegar a 300. Definido por un ex oficial de inteligencia entrevistado por +972 como una fábrica de asesinatos en masa, este sistema ha producido la campaña militar más mortífera desde la Nabka de 1948.

Sin embargo, en ocasiones la megamáquina tropieza con el siempre incómodo factor humano. ¿Habían previsto los estrategas de las FDI la ola de indignación contra Israel que ahora mismo pone en crisis al gobierno estadunidense y sacude a las universidades de Occidente? La represión policial, las acusaciones por demás falsas de antisemitismo y el alud de calumnias contra los activistas propalestinos que difunden sitios como Canary Mission no logran pararla. El fantasma de 1968 está de vuelta y tal vez algún día nombraremos mayo palestino a este movimiento esperanzador, sostenido generosamente por organizaciones judías antisionistas como If Not Now y Jewish Voice for Peace.

Para concluir, he aquí un dato cómico: la identidad del Brigadier General Y. S. se ha hecho pública a causa de un error por demás banal cometido por el militar. Según informa el periódico británico The Guardian, la cuenta que abrió para vender su libro en el sitio de Amazon estaba vinculada al correo Gmail que revela su nombre real: Yossi Sariel, el jefe de la Unidad 8200.

* Historiador italiano