El ADN wagneriano atraviesa todo en Bayreuth
Tristán e Isolda, del director islandés Thorleifur Örn Arnarsson, abre el festival de la ciudad alemana
Jueves 25 de julio de 2024, p. 4
Bayreuth. El director islandés Thorleifur Örn Arnarsson no es un recién llegado a Wagner. Ya llevó a los escenarios Lohengrin y Parsifal, y ahora, para la apertura del Festival de Bayreuth, montará Tristán e Isolda.
–No es la primera vez que lleva a escena a Wagner, pero es la primera vez que lo hace en Bayreuth. ¿Eso lo vuelve especial?
–Sí, claro. El ADN wagneriano atraviesa todo aquí. Pero quizá sea aún más importante que en Bay-reuth uno siente que está trabajando un poco al margen del mundo. Se tiene la impresión de estar en una isla en la que todo está centrado en crear una obra de arte y todo se conjuga. Esto es por supuesto muy especial. Los teatros normales tienen hasta 18 estrenos en el año, este es otro ritmo. La concentración es otra aquí.
–La última versión de Tristán en Bayreuth no fue hace tanto tiempo. ¿Cómo es su Tristán?
–Es, por supuesto, una de las mayores tragedias jamás escritas. La obra oscila entre el amor y la muerte como polos opuestos, pero son impensables el uno sin el otro. Creo que uno se equivoca si la aborda de forma demasiado romántica, porque se trata de la profunda confrontación con la ira, el dolor, la pérdida y también con la imposibilidad de ser uno mismo (...) A la vez, sólo se le puede hacer justicia si uno se da cuenta de que trata de dos personas que se aman a pesar de todo y sienten un profundo anhelo por el otro. (...) Por eso, para mí es importante mostrar estas dos caras y también lo corto que es el camino que va de la decepción más profunda a la euforia más grande, y viceversa. Esto es también lo tan increíblemente humano en este material. Y eso se debe tanto a su libreto magnífico como, por supuesto, a la música, que suele ir un poco más allá y a menudo parece saber más de lo que los propios protagonistas se atreven a admitir. Es como si en algunas partes la orquesta fuera un paso por delante de la emoción cantada, como si modelara las olas del subconsciente.
–¿Diría que es la ópera más humana de Wagner?
–Sí. En Parsifal, que representé hace poco, vi una ópera muy espiritual y también muy crítica con la sociedad. Pero Tristán trata de un problema profundamente humano. Sin duda es la más humana de todas las obras de Wagner.
Visión profunda de la sique humana
–¿Qué significa esto para su puesta en escena?
–Queremos mostrar a personas reales en escena. Como ya dije, Wagner permite muchas discrepancias entre lo que se dice y la música. A la brutalidad subyace una música hermosa, y viceversa, para mostrar justamente una visión profunda de la sique humana. Es una fluctuación entre momentos increíblemente privados e imágenes realmente grandilocuentes. Por eso quería poner al ser humano en primer plano (...). Lo bonito de Wagner es que es un viaje que nunca termina. Siempre descubres algo nuevo.
–¿Qué descubrió usted de nuevo en Tristán?
–Una noche de invierno estaba sentado en mi pequeña cabaña en las tierras altas de Islandia, cerca del volcán Hackler. Era una noche con muchas auroras boreales, y entonces puse la ópera y la escuché hasta el final. Y una vez más me di cuenta de hasta qué punto es universalmente válida, hasta qué punto es humana, cómo puedes reconocerte en ella, en esa lucha contigo mismo. Quise recrear este sentimiento junto con los actores. En el proceso siempre descubres algo nuevo sobre ti mismo y lo que te rodea.
–¿Le teme al público del Festival de Bayreuth?
–No pienso mucho en ello. Y no, no tengo miedo, tampoco a que me abucheen. Tratamos de trabajar muy cerca del texto y la música, de las emociones de Tristán, y espero que eso sea comprendido. Lo peor sería para mí la indiferencia. Pero tampoco hago un teatro que viva de la provocación.
Thorleifur Örn Arnarsson nació en 1978 en Reykjavik. Estudió dirección en la Escuela de Arte Dramático Ernst Busch de Berlín entre 2005 y 2009. Luego fue director del Teatro de Artes Escénicas de Constanza y director de la Ópera Estatal de Hesse en Wiesbaden. De 2019 a 2021, Arnarsson fue director del teatro Volksbühne de Berlín.