omo el cine español llega a nuestra cartelera con cuentagotas, es de agradecer el estreno de Mantícora, cuarto largometraje de Carlos Vermut, aunque sea con dos años de retraso.
Basada en un guion del propio Vermut, la película se centra en un joven madrileño llamado Julián (Nacho Sánchez), quien lleva una vida algo retraída. Experto en videojuegos y en diseñar creaturas en su computadora –una mantícora, por ejemplo– para una compañía cinematográfica, el hombre sufre de ataques de ansiedad y, al parecer, carece de una vida sentimental interesante, ya que dice no haber tenido nunca una novia oficial. De noche, Julián se masturba auxiliado por su equipo de realidad virtual.
En una fiesta de la oficina, conoce a Diana (Zoe Stein), una menuda chica con quien entabla primero una relación casual. Ella es una estudiante que vive con su padre enfermo. A Julián le comienza a interesar la posibilidad de tener una pareja al fin y hace lo posible por frecuentar a Diana.
Sin embargo, un hecho accidental introduce a otros personajes en la ecuación. Un fuego en el departamento vecino y los gritos de auxilio de un niño llamado Cristian hacen que Julián se comporte heroicamente, al abrir la puerta a la fuerza, rescatar al niño y apagar el incendio con un extinguidor. Cuando aparece la madre (Ángela Boix), ella está muy agradecida con el hombre por haber salvado a su pequeño hijo. Después, Julián empieza a dibujar a Cristian en sus diseños cibernéticos.
De manera sutil, Vermut comienza a sugerir que hay algo secreto y prohibido en la vida de su protagonista. En su trabajo descubren de qué se trata y lo despiden. Diana también se entera por lo cual corta la relación. Es evidente que Julián oculta una de las parafilias más indeseables.
De hecho, Mantícora resulta ser una moderna historia de horror. Hay un monstruo presentado de la manera más cotidiana. A diferencia de los monstruos que diseña, Julián se presenta bajo la forma más inofensiva posible. También existen demonios, pero estos son interiores. La lucha entre el bien y el mal se da en la conciencia de su protagonista.
Por tanto, la secuencia climática ocurre a plena luz del día. Vermut utiliza un elaborado y hábil plano-secuencia para situarnos en el departamento de Cristian, donde elementos tan cotidianos como una bebida de chocolate y un piano, adquieren connotaciones siniestras.
No deja de ser revelador el escándalo suscitado a principios de año por el propio Vermut, quien fue acusado por varias mujeres de haber sufrido en sus manos de violencia sexual. Incluso la acusación fue el detonador de una particular y enfática expresión del movimiento #MeToo en el seno de la cinematografía española. Y en la ceremonia de entrega de los Goya varias mujeres se manifestaron vocalmente al respecto.
Obviamente, el cineasta tiene sus propias parafilias y eso hace que su descripción en Mantícora sea tan poderosa. Ahora bien, después del escándalo, ¿podrá Vermut retomar su carrera? ¿logrará hacer la distinción entre el ser un cineasta público y una persona privada? Es una polémica que, como en el caso de Roman Polanski, seguirá dando de qué discutir.
Mantícora
D y G: Carlos Vermut/ F. en C: Alana Mejía González/ M: Canciones varias/ Ed: Emma Tussell/ Con: Nacho Sánchez, Zoe Stein, Álvaro Sanz, Ángela Boix/ P: 34T, Aquí y Allí Films, BTeam Pictures, Crea SGR, Instituto de la Cinematografía y de las Artes Visuales, Movistar+, Punto Nemo, Radio Televisión Española, Televisió de Catalunya. España, 2022.
X: @walyder