Sociedades estresadas
l estrés forma parte del capitalismo y, en especial, del sector financiero. Cualquier información puede generar una crisis. Cosas tan insignificantes como el alza de medio punto de la tasa de interés en Japón o los datos de desempleo en Estados Unidos a veces desquician los mercados. Aquello que parecía bonanza un día, al día siguiente se convierte en desasosiego y todos quieren vender acciones, comprar oro y protegerse de la mejor manera ante la adversidad.
Sólo los inversionistas que tienen claro sus objetivos de largo plazo guardan la calma y actúan en sentido contrario al de las masas. Si ven que una acción se encuentra barata aprovechan para comprar y es hasta que sube de precio cuando deciden vender.
Una acción, un metal o una moneda pueden estar sobre o subvaluadas por indicadores tales como valor en libros de la empresa, ventas, endeudamiento, potencialidades en el mercado y decenas de factores adicionales. Pero el ser humano promedio no realiza análisis objetivos, sino que reacciona en función de lo que hacen los demás. Por ello, son pocos los que ganan y muchos los que pierden en momentos de incertidumbre.
Tanto la economía como las finanzas son cíclicas, lo que significa que en ocasiones suben y en otras más bajan. Pero tomar decisiones de compra o venta, por un indicador económico o político coyuntural se transforma en pérdidas para los que no son especialistas en los mercados financieros.
La especulación forma parte de los mercados, porque todos quieren ganar. Mientras que unos piensan que algo está barato, otros más creen que en los mismos rangos de precio está caro. Así se compra y se vende. Pero lo racional es la inversión a largo plazo, sin considerar unas cuantas variables irrelevantes.
Claro está que si se desata una guerra abierta entre Irán e Israel e interviene Estados Unidos por un lado y Rusia y China por el otro o empeora la guerra en Ucrania, la situación se vuelve muy peligrosa, pero hasta el momento no nos encontramos en una situación como la aquí descrita, por lo que mantener la calma es la mejor decisión en materia de inversiones.
En general, los pequeños ahorradores no son buenos especuladores, por lo que no les conviene actuar por los rumores y el estrés coyuntural.