El espectáculo tradicionalmente se compone sólo por hombres
Viernes 13 de septiembre de 2024, p. 8
Originaria de Kerala, al suroeste de India, la tradicional forma de danza clásica india Kathakali combina teatro, danza y música para narrar historias de los poemas épicos tomadas del Mahabharata y el Ramayana. Tradicionalmente los actores, todos hombres, pasan horas maquillándose, pintando sus rostros con colores vivos que marcan el carácter de su papel. Sin embargo, en un espectáculo realizado en un festival cultural en Chennai, una mujer fue parte de la ceremonia.
Uno de los festivales en los que dicha danza tiene mucha importancia es el festival de Onam, en Kerala, que marca la temporada de cosecha y el final del monzón. Celebrado del 6 al 15 de septiembre, Onam se considera un momento de fiesta, solidaridad y unión cultural, que reúne a personas de diferentes orígenes, informó Economic Times.
En México, la presentación de teatro-danza kathakali fue la gran sensación de la edición 46 del Festival Internacional Cervantino (FIC) con la presentación de la obra Kijote Kathakali. Como informó La Jornada (https://shorturl.at/FYrxW), bajo la dirección de Ignacio García, la compañía Margi Kathakali recibió una fuerte ovación del público.
Más que un simple entretenimiento, tradicionalmente el Kathakali es una forma de devoción. El espec-táculo que se ofrece suele ser de larga duración, a veces de toda la noche, donde los personajes, maquillados y vestidos con trajes coloridos y extravagantes, encarnan deidades, demonios y héroes, en una batalla constante entre el bien y el mal.
El proceso de preparación es tan riguroso como el espectáculo en sí. Los actores pasan horas maquillándose, pintando sus rostros con colores vivos que marcan el carácter de su papel: verde para los héroes, rojo y negro para los villanos. La música, compuesta de tambores, címbalos y cánticos, acompaña los movimientos precisos, casi coreografiados por el peso de los siglos. Pero es en los ojos donde la danza encuentra su verdadero poder. Los actores no hablan, pero sus ojos, con movimientos rápidos y enfáticos, dicen lo que las palabras no pueden.