La ex mánager de El Flaco de Jaen presenta Esta boca es tuya: micromemorias de la última groupie
Jueves 19 de septiembre de 2024, p. 8
En 1988 la mexicana Alejandra Díaz-Ortiz había regresado de vivir una temporada en Madrid. En ese momento el músico y compositor Joaquín Sabina había lanzado su álbum Hotel dulce hotel, que contenía como canción número uno del lado A del disco, la primera letra de amor escrita por El Flaco de Jaen: Así estoy yo sin ti, y se encontraba por primera vez de gira por México.
La canción se paseaba constantemente por la mente de Alejandra, había invadido su retentiva y no podía desterrarla de su cabeza: Porque reflejaba como me sentía en ese momento: como el torero al otro lado del telón de acero
. Así, como buena fanática para la cual no existen límites para conocer a su artista favorito se trata, ella consiguió el número de teléfono del hotel donde se alojaba Joaquín Sabina y una mañana llamó:
–¿Joaquín?
–¿Sí?
–¿Sabina?
–¡Sí, soy yo!
–Hola, mira, me llamo Alejandra. He estado viviendo en Madrid hasta hace un mes. Mi padre trabaja en tu compañía de discos, Ariola. Mi hija es sobrina de Hermida. Yo he estado trabajando con Darmiñan. Sólo quería darte las gracias por tu canción Así estoy yo sin ti.
Alejandra le soltó de corrido sin respirar, en menos de 20 segundos le dije toda mi perorata ante el temor de que la llamada fuera interrumpida sin contemplaciones. Un eterno silencio por respuesta, sólo manchado por la respiración de mi interlocutor
.
Joaquín Sabina respondió: ¿Nos vemos a las cinco de la tarde en el bar del hotel? Me has despertado y no me entero de nada. Te espero a las cinco
.
Tanto el músico como Alejandra no tenían idea del puente indestructible que acababan de iniciar. Casi 40 años después, Díaz-Ortiz lanza su libro titulado Esta boca es tuya: micromemorias de la última groupie, donde revela parte de sus correrías con El Flaco de Jaen y otros músicos españoles a su paso por México.
En entrevista con La Jornada, la hoy poeta y escritora desmenuzó su ejemplar, explicando el inicio de cómo se dio cuenta de que tenía un libro de estas características: “por la edad, te vas haciendo mayor y cuando hay reuniones con amigos comienzas a contar anécdotas. Muchas veces me decían ‘tienes que escribir esto’. Realmente no me lo tomé en serio, hasta que algunos me comentaron que mi trabajo como una loca emprendedora, empresaria, mánager y representante en México de Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute y otros en la década de los años noventa, se fue dando de una forma inconsciente, que además coincide cuando surge Ocesa en México inicia el gran mundo del espectáculo en vivo en esa década”.
Díaz-Ortiz agrega: “escribir esas anécdotas para mi ego era muy bonito. He de confesar que para hacer una novela o una biografía soy muy vaga, lo mío son los microrrelatos, tengo tres libros más y una narración corta. Así que las utilicé para ilustrar mi parte de lo que había ocurrido en aquella época. No cuento nada que no supiéramos, alguien que lo leyó me dijo: ‘¡Métele más chisme!’, pero eso ya todos lo saben, hasta nos acusaron de borrachos y promiscuos. De lo que quiero dejar constancia, es que nos divertíamos y hacíamos buena música, y que dentro de nuestro desmadre, hacíamos buena música y que cambiamos un poquito la forma de hacer las cosas en el sector”.
La memoria jugó un papel preponderante y relativa, subjetiva y bastante caprichosa en este recuento de relatos, comenta la autora. “A veces pensaba que una anécdota sucedió en 1994 pero en realidad fue en 1996 o 1992. De hecho me pasó cuando cuento lo que sucedió en la cumbre de los presidentes en la ciudad de Guadalajara y todo lo que pasó con la actuación de Juan Gabriel tras bambalinas y en el escenario, pues estaba segura que había sucedido con una persona determinada y ella misma me sacó del error y me dijo: ‘No fui yo, era mi mamá’. Puedo fallar en las fechas o ciertas personas pero lo que cuento no son mentiras. Hay muy poco digitalizado de aquella época. Por ejemplo lo que cuento de Joaquín y Fito Páez, tuve que apoyarme en Carlos Meraz para tener toda la historia de aquel momento. Así fue el proceso, me documenté para darle cierto orden cronológico”.
–El subtítulo es Micromemorias de la última groupie, te asumes como una de ellas.
–“Es un poco reivindicar el término que está satanizado. Creo que groupie siempre ha estado unido a una concepción despreciativa de la mujer. Si a la chava le gustaba un músico, pues adelante, o si ella decidía seguirlo, pues bienvenida. Por otro lado, quien me bautiza como groupie es Sabina, me presenta como ‘su última groupie’, a mí no me ofendió. Porque él hablaba de que yo era ‘su groupie más productiva y la última’. En los años noventa me enfrenté al machismo y al micromachismo porque decían que me acostaba con Joaquín, y no era verdad, por eso mantuvimos una relación tan larga de trabajo. Más bien es por ahí reivindicar el término groupie, ya que las mujeres podemos seguir a quien queramos, seguir a tu ídolo también es un trabajo. Además mi ícono realmente era Luis Eduardo Aute, no Joaquín.”
Y como lo narra en su libro Alejandra y para abrir más el apetito de la lectura de Esta boca es tuya: micromemorias de la última groupie, ella narra en su ejemplar: “la noche ya estaba muy cerrada cuando dejé a Luis Eduardo Aute sentado en una mesa, brindando con Katy Jurado. En su siguiente disco grabó Cinco minutos, en homenaje a aquella noche en que, según sus palabras, a golpe de tequilas supo qué significaba ser mexicano y hasta dónde podía doler eso. Le bastó mirar su reflejo en los ojos de una de las más míticas actrices mexicanas. Y yo estuve ahí”.