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Penultimátum

El abate Pierre, un terrible pecador

P

ara recordar su lucha en favor de los pobres, el gobierno de la ciudad de París puso el nombre del abate Pierre a un bello jardín ubicado en la calle Thomas Mann. Le acaban de quitar ese nombre. Otras organizaciones vinculadas con él también acordaron eliminarlo de todo lo que lo recuerde.

El religioso católico más famoso y favorito de Francia a mediados del siglo pasado, fundador del movimiento Emaús, con presencia en más de 100 países, personaje inconfundible por su capa y su boina, quien vivió 95 años y llegó a ser diputado de la Asamblea Nacional, hoy yace en el mayor de los desprestigios.

Su figura y su obra se hicieron pedazos en julio pasado al divulgarse las primeras acusaciones en su contra por agredir sexualmente a varias mujeres. Hoy suman 24 las víctimas identificadas.

Se trata de mujeres que son o fueron voluntarias de Emaús, trabajadoras de lugares en los que estuvo el abate y personas a las que contactó en actos públicos.

Ahora llueven las explicaciones de organizaciones y personalidades de la Iglesia francesa sobre por qué los delitos del carismático líder religioso no se conocieron oportunamente.

Era imposible denunciar a un santo

Comenzando porque era imposible para las víctimas denunciar a un santo, pues nadie les creería. O que en el entorno del abate y de la jerarquía católica se prefirió guardar silencio a fin de proteger el nacimiento de un movimiento tan importante como Emaús, y porque él era una máquina de hacer dinero.

El delegado general de la división internacional de Emaús, Adrien Chaboche, afirma que necesariamente había gente que supo lo que ocurría, dentro de la Iglesia, en Emaús, y en los círculo cercanos.

Dicha organización y la conferencia episcopal francesa abrirán sus archivos a los investigadores de los abusos.

El papa Francisco calificó al abate Pierre de terrible pecador. El Vaticano supo de las acusaciones en su contra después de la muerte del religioso en 2007.