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El Ajusco abre sus puertas para la venta de árboles navideños
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▲ Esa zona se ha convertido en la opción más cercana para ir a cortar el pino de esta temporada.Foto Ángel Bolaños
 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de noviembre de 2024, p. 24

Productores de árboles navideños en la zona del Ajusco, en Tlalpan, iniciaron esta semana la venta de pino ayacahuite y oyamel directamente en sus plantaciones, donde numerosas familias acudieron ayer por el que decorará su hogar.

Fue el caso de los García Medrano, quienes llegaron hasta en el kilómetro 12.5 de la carretera Picacho-Ajusco, junto al arco conocido como La Marina, donde tienen disponibles 5 mil árboles en el paraje El Cofrecito, en 9.7 hectáreas.

Benigno García fue uno de los comuneros que hace 20 años aceptaron la propuesta de la Comisión Nacional Forestal para sustituir los cultivos de avena, papa, maíz y haba, que erosionaban y degradaban la tierra, por plantaciones forestales comerciales para producir árboles navideños y proteger el llamado Bosque de Agua, preservar sus especies de flora y fauna, lo que resultó ser un negocio rentable que combinan con actividades gastronómicas y ecoturísticas.

Alberto Ángel, nieto de Benigno, explicó que no todos los árboles se venden, si salen por lo menos mil, habrá sido una buena temporada.

Hay gente que siente feo porque piensa que al cortar el árbol lo están matando, pero del tocón vuelve a brotar, y muestra ejemplares que crecieron del tronco. Además, cada año –entre mayo y agosto– se reforesta, en 2024 sembraron 4 mil, pero entre las heladas, la sequía y las tuzas que se comen la raíz y los secan, sobrevivieron la mitad.

El costo se fija por tamaño, el pino ayacahuite cuesta mil pesos por metro de altura y mil 200 el oyamel. Miden de 1.80 a 2.50 metros, aunque tienen hasta de cinco, pero no muchos.

Luis Reyes estruja entre sus dedos unos cortes de follaje que ofrece el cortador, lo huele y suelta una fuerte exhalación, es el aroma que se llevará a casa.

Llegó temprano de la alcaldía Benito Juárez con su esposa y sus dos hijos de 11 y 7 años, almorzaron en el restaurante El Cofrecito, que la familia García tiene frente a la carretera, y subieron a la plantación con un cortador.

Desde hace siete años han procurado tener un árbol natural en casa, aunque el año pasado no porque tuvo mucho trabajo, así que pusieron uno artificial. Aprovechó que el viernes sus hijos no fueron a clases y planearon la salida muy temprano: es un momento de convivencia familiar y además es un lugar muy bonito.