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La economía de Estados Unidos: la octava
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stimados estudiantes de mi querida Facultad de Economía en la UNAM preguntan sobre el comportamiento de larga duración de los impuestos a las “ profits” corporativas. Sí, a esas ganancias de las empresas que ya no son administradas y dirigidas por sus propietarios, aquellas cuya propiedad se concreta en acciones, cotizaciones e intercambios en las bolsas de valores, para decirlo simplemente.

Pues bien, reiteramos que los beneficios de las corporaciones se han cargado poco a poco, pero indefectiblemente, hacia el sector bancario, financiero, de seguros, de fianzas e inmobiliario; y con apoyo gubernamental. Sí, y en detrimento de los beneficios de las corporaciones no financieras.

Se trata de un sector altamente rentista y especulativo que, por lo demás, se ha beneficiado con una participación decreciente en su aporte tributario, por eso aseguramos que han tenido apoyo gubernamental. Mostrémoslo. Recurramos una vez más a los datos oficiales disponibles de la segunda mitad de los años cuarenta hasta nuestros días. Pronto lo señalaremos –el investigador Carlos Morera del Instituto de Investigaciones Económicas y quien esto escribe– con datos de inicio del siglo en adelante. Ya trabajamos las series.

Por lo pronto, destaquemos que inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial el conjunto de las corporaciones –tanto no financieras como financieras– tributaban un monto que representaba entre 4 y 5 por ciento del producto interno bruto (PIB) estadunidense. Pues bien, para decirlo rápido, desde el inicio de los años ochenta y hasta el día de hoy, sólo aportan alrededor de 2 por ciento del producto. Y por categoría, las corporaciones no financieras aportan uno y medio por ciento del PIB, es decir, tres cuartas partes del total de estos impuestos y las corporaciones financieras ya sólo medio punto del PIB, o sea, apenas una cuarta parte de ese mismo total de impuestos a las corporaciones.

Se podría preguntar, efectivamente, si esas mismas proporciones se registran en el componente de las profits. Es decir, que esa participación en los impuestos corresponde directamente a la participación en los beneficios recibidos, pero eso no es cierto. Las corporaciones no financieras participan en el 60 por ciento de dichas ganancias y proporcionan 75 por ciento de la tributación de las corporaciones totales.

En cambio, las corporaciones financieras se apropian del 40 por ciento restante y sólo aportan 25 por ciento de la tributación corporativa total.

Dice Perogrullo que esto significa mayor participación en profits que en taxes. O sea, y en buen romance, nuestro amigo Perogrullo asegura que hay preferencia oficial por las corporaciones financieras. ¡Sin duda! ¿Por qué será?

Y para mayor convencimiento de esto, presentemos otro botón de muestra, enseguida de la Segunda Guerra Mundial, las corporaciones no financieras se adueñaban de 90 por ciento de las profits. Y las corporaciones financieras el 10 por ciento restante. Además, en esos momentos de la posguerra, ese total de impuestos a las corporaciones representaba entre 4 y 5 por ciento del producto. Para inicio de los años ochenta, cuando ese total de impuestos ya sólo representaba entre 2 y 3 por ciento del producto, las corporaciones financieras habían ganado participación en las profits. Concentraban la tercera parte. Y de los años noventa en adelante alcanzaron su nivel actual, del orden de 40 por ciento.

Incluso, ha habido momentos en los últimos treinta años en que prácticamente la mitad de las ganancias corporativas que genera la economía vecina han ido a parar a los organismos rentistas y especulativos bancario, financieros, de seguro y fianzas einmobiliarios.

Y esta es, precisamente, la economía que hoy ha elegido un nuevo gobierno rentista, especulativo y belicoso.

Ah… por cierto, esa aportación corporativa a la tributación de la economía vecina de sólo 4 por ciento del PIB es, apenas, una partecita de unos ingresos públicos que hoy representan del orden de la cuarta parte del producto. Con una mayoría de impuestos a las remuneraciones de los trabajadores y empleados. O sea, dominan los que menos dan. Y esto, realmente, sorprende a mis estudiantes, ávidos de comprender qué pasa en el mundo de hoy. Y cuáles son las tendencias de larga duración de la reproducción material en ese mundo. De veras.