Domingo 23 de febrero de 2025, p. 27
La creciente preocupación por los efectos de la inteligencia artificial (IA) no se limitan al campo del derecho a la privacidad o el uso de las materias primas que requiere y el costo ambiental, social y económico que generan, su uso también impacta la educación, la ética y la manera en que se formará a las nuevas generaciones, reconocieron especialistas en el Colegio Nacional.
En el marco de la conferencia Educación e IA. Retos y oportunidades
, la doctora Carmen Enedina Rodríguez Armenta, subsecretaria de Educación Superior, alertó sobre los desafíos que impone la aplicación de esta tecnología tanto en los espacios de formación como en el ámbito laboral, tras recordar que podrían perderse miles de empleos de baja especialización por el uso de robots.
Afirmó que la IA debe ser una herramienta que promueva el aprendizaje, pero su aplicación tiene que estar ligada a una conciencia crítica. En el encuentro, en el que también participaron la doctora Susana López Charretón, presidenta en turno del colegio, y el doctor Luis Fernando Lara, experto en el campo de la lingüística, entre otros miembros de la institución, enfatizó que la IA bien implementada, puede personalizar el aprendizaje y apoya a los docentes, pero requiere una inversión estratégica en aspectos educativos esenciales
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Al respecto, un informe reciente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la IA afirma que es necesario regular a escala mundial esta tecnología, pues su desarrollo y uso no puede dejarse sólo al capricho de los mercados
.
Agrega que debido a la propia naturaleza de la tecnología, transfronteriza en su estructura y aplicación, hace necesario un enfoque global
. Reconoce que la IA transforma el mundo, desde la apertura de nuevas áreas de investigación científica y la optimización de las redes de energía, hasta la mejora de la salud pública y la agricultura.
En tanto, Rodríguez Armenta, quien dejará el cargo de subsecretaría de Educación Superior, este 31 de marzo, destacó que en la búsqueda de una regulación global de la IA, México no es la excepción.