De la pobreza al florecimiento humano // Mi libro comentado por Araceli Damián y Julio Moguel (2ª parte)
l comentario de Araceli Damián a mi libro De la pobreza al florecimiento humano. Crítica de la economía política de la pobreza (El Colegio de México-Siglo XXI Editores, 2024) que empecé a narrar en la entrega anterior, concluye así: El capítulo 4 presenta seis principios de conceptualización y el capítulo 5, otros seis de medición de la pobreza (P), que fundan la concepción de la pobreza y le dan sustento al MMIP (Método de Medición Integrada de la Pobreza). Menciono tres de cada grupo; del primero: totalidad, naturaleza embrollada del concepto y dignidad como criterio central para definir umbrales. Del segundo grupo: bienestar marginal decreciente, mínimo error y cardinalización completa replicable. En los capítulos 6 y 7 de su libro, Boltvinik presenta una tipología de los métodos de medición aplicados en el mundo y los valora críticamente, llegando a la conclusión de que el MMIP es el mejor método existente. El capítulo 8 es una exposición detallada de una nueva versión del MMIP, desarrollada para este libro, que introduce importantes mejoras a las previamente aplicadas y las ilustra con sus resultados para México en 2022. Introduce cambios sustanciales en la medición de la pobreza de salud y seguridad social; añade satisfactores requeridos (y un mayor consumo de energía) en municipios fríos, introduciendo así la primera diferenciación geográfica del MMIP, y modifica sustancialmente la medición de la pobreza de tiempo. El capítulo 9 cierra el libro con una revisión crítica detallada de las medidas agregadas de pobreza (MAP), critica las MAP sensibles a la distribución del ingreso entre los pobres y propone remplazarlas con una MAP sensible a la distribución del ingreso entre toda la población. El libro sistematiza y narra unitariamente desarrollos metodológicos realizados a lo largo de 40 años, pero no es una mera antología: pues provee por primera vez de manera articulada y rigurosa la concepción de la pobreza y el método de medición más avanzados que existen en el planeta. Me atrevo a calificar al libro como seminal en un amplio sentido, pues en mi opinión conforma una nueva disciplina: la de estudios de pobreza o pobretología
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Julio Moguel, el segundo comentarista de mi libro en la FIL Minería, es economista con estudios de doctorado en la Universidad de Toulouse Le Mirail, Francia. Ha participado, como autor/coautor en una treintena de libros, de economía, sociología, política, historia y literatura. Poeta, traductor del francés de libros de poesía y comentarista literario. Profesor e investigador de la Facultad de Economía de la UNAM por más de 27 años. Articulista y coordinador de La Jornada del Campo durante 10 años. A continuación reproduzco extractos de su comentario a mi libro.
“Han transcurrido 45 años desde que Julio Boltvinik (JB), economista universal que no requiere una especial presentación, dada la fama pública de la que goza, encontró los fundamentos que hoy dan contenido a su magnífico libro. La historia comenzó en 1980, pero fue hasta 1989 cuando vislumbró el MMIP, que acaso podamos considerar el esfuerzo más fino y más serio que haya habido en la historia moderna de México y el mundo para explorar el tema tan complejo de la P. Fue Arturo Cantú, filósofo, quien lo convenció de unirse en 1980 al equipo de investigación de Coplamar. ¿Un filósofo animando a JB para hacer una investigación que en esas fechas y las que le siguieron ha sido calificado como un tema propio del pensamiento económico? Ello no fue una simple casualidad, pues desde entonces nuestro autor fundió en un solo haz de análisis y estudio el tema de la medición de la pobreza desde una perspectiva filosófica o, si se me permite decirlo, propiamente ontológica. Pero no sólo el ‘factor Cantú’ nos da la clave de la perspectiva que se plantea. El ‘más grande mentor’ de JB en este tema fue, según sus propias palabras, György Márkus, filósofo integrante de la llamada Escuela de Budapest, quien encontró en las teorías de Marx el basamento de ‘una ontología social’. Ya podrá entonces el lector de este libro empezar a entender el tipo de hazaña teórica-conceptual de Boltvinik llevada a cabo durante 45 años, materializada en conceptos y líneas de interpretación que han logrado hacer a un lado las conceptualizaciones simplistas a la que muchos economistas nos tenían acostumbrados, basadas en líneas de pobreza o de indigencia reducidas al ‘cálculo’ de lo que el ser humano requería para mantener su piernas en condición de verticalidad, para el simple y llano sobrevivir sobre la faz de la tierra. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, la época en la que el Banco Mundial llegó a la conclusión de que en cualquier parte del planeta un dólar por día era suficiente para clasificar a alguien como no pobre? ¡Diablos! La economía de la pobreza o la pobreza de la economía. La simplificación más grosera de una economía que se jactaba de ser ‘objetiva’ y de estar en los planos de exigencia de una ‘economía de la modernidad’. JB da un giro de 180 grados a este tipo de formulaciones rompiendo con la vulgaridad de un pensamiento pretendidamente universal que buscaba, con un humanismo enmascarado de por medio, convencer a todos que el estar-ahí heideggeriano podía alcanzar el plano de ‘no ser pobre’ con 365 billetes verdes anuales a la mano. Fue seguramente lo que pudo pensar en sus horas delirantes el simpático gringo cuando pidió al productor artesanal mexicano de Canastitas en serie, cuento de Traven, que abandonara sus prácticas de labor tremendamente lentas y asincrónicas para entrar de lleno y a la voz de ‘ya’ al sistema de producción en serie. El no de aquel personaje de uno de los mejores cuentos de Traven a la propuesta del comerciante estadunidense todavía resuena en los ecos de los tiempos, porque, a la manera del ‘ I would prefer not to’ del personaje de Melville, Bartleby, descompone sustantivamente la línea de ‘lo racional’ o de un ‘sentido común’ que somete nuestros ‘haceres’ y ‘pensares’ en su encadenamiento ‘lógico’ del lenguaje que predomina en ‘el mundo’. Pero no hay que recurrir a la literatura para encontrar esos sinsentidos o contrasentidos que necesariamente remiten a una consideración específica sobre la condición ontológica-situacional de los seres humanos. Hay que echarle nada más una mirada a las imágenes fotográficas de Sebastián Salgado sobre la Amazonia y platicar con él sobre su experiencia de vida en el periodo en el que se sumergió en la selva. Para JB hay pues, frente a la perspectiva dominante del análisis económico, un sinsentido o un contrasentido aparente en el que los umbrales de satisfacción deben estar en consonancia con el derecho a una vida digna.” (Concluirá en la próxima entrega).