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Exposición en Puebla llama a revisitar a José Agustín Arrieta
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Vida quieta con gato y aves, óleo sobre tela de José Agustín Arrieta pintado alrededor de 1870
La Jornada de Oriente
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de marzo de 2025, p. 5

Puebla, Pue., En la primera exposición dedicada al artista José Agustín Arrieta (1803-1874) en por lo menos 30 años, el Museo Amparo y las curadoras Angélica Velázquez Guadarrama y María José Rojas Rendón llamaron a revisitar al autor como un pintor, más que popular, académico, como un artista producto de su tiempo.

No se puede explicar a Arrieta en otra parte, no nació de generación espontánea: es la riqueza de la cocina poblana, los intereses de los coleccionistas, los temas costumbristas... Es importante analizarlo y disfrutarlo en su contexto histórico, el de Puebla en el siglo XIX, señaló Angélica Velázquez al presentar la muestra que gira en torno a una obra muy cotizada en la actualidad, y también muy falsificada.

Abierta desde principios de este mes, la exposición José Agustín Arrieta, 1803-1874, la ciudad de Puebla en el siglo XIX reúne una selección de 48 pinturas que provienen de más de 10 colecciones privadas y públicas, como el Museo Nacional de Historia, el Banco Nacional de México, la Biblioteca Palafoxiana y el Museo José Luis Bello, estos dos últimos acervos forjados en Puebla.

Durante una conferencia a medios, acompañadas por el director del museo, Ramiro Martínez, las curadoras mencionaron que se debería concebir a Arrieta como uno de los artistas más importantes no sólo de Puebla, sino de México, por varias razones. Para empezar, porque se formó en la incipiente escuela de dibujo que se convertiría en la Academia de Puebla, recogiendo de sus maestros los modelos de la cultura novohispana y, al mismo tiempo, convirtiéndose en un artista moderno que trataría un tema que no se trabajaba en la Academia de San Carlos, en la Ciudad de México: el costumbrismo y los bodegones.

Arrieta, originario de Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala, afincado en Puebla desde 1807, ciudad en la que se formó y realizó su vasta obra, cultivó también géneros pictóricos como el retrato, el retrato religioso y el paisaje.

La gran producción de pintura costumbrista y bodegones responde al coleccionismo en Puebla, que se caracterizó no sólo en el siglo XIX, sino también en la época virreinal, por tener una actividad empresarial cuyo sector emergente solicitaría al artista temas costumbristas, alacenas y unos cuadros de devociones domésticas, precisó la historiadora del arte Angélica Velázquez.

Dichas escenas costumbristas, agregó, se caracterizan por retratar al pueblo. No obstante, apuntó que en esta curaduría, ella y María José Rojas han apostado por dar una lectura contemporánea de la obra de Arrieta, para dejar de ver sus pinturas como reflejo de la realidad representada de una manera inocente, (pues) viendo los cuadros con detenimiento nos damos cuenta que hay conflictos de clase social, de género, y una vinculación estrecha de la gastronomía con los placeres de la mesa y los placeres sexuales representados en la mesa, así como animales vivos y muertos que tienen una carga simbólica muy fuerte, con modelos que son cultos, venidos de la pintura neerlandesa del siglo XVII.

La curadora María José Rojas refirió que exhibido desde los años 60 del siglo XIX y concebido como un pintor popular a partir del siglo XX, Arrieta ha contado con varias exposiciones montadas en Puebla, la Ciudad de México y Yucatán, y ha sido valorado por Pedro Ángel Palou, Josefina Albisúa, Francisco Pérez de Salazar, Justino Cabrera, Fernando Gamboa y Efraín Castro, este último curador de la exposición montada en el Museo Nacional de Arte en 1994 y hacedor de la biografía más completa del pintor.

Rojas mencionó que la exposición abunda en investigación y documentación sobre el pintor: su paso en la Academia de Puebla, su desarrollo artístico como profesor de la misma escuela y su formación a partir de estampas, libros y grabados de la Biblioteca del Colegio del Estado, entre otros aspectos.

La muestra integra cinco núcleos: Las encomiendas de la Iglesia y otras devociones domésticas, Los usos políticos y sociales del retrato, El pueblo como protagonista: la pintura de costumbres, Las alacenas y la cultura culinaria poblana, y Cristales.

Rojas, estudiosa de los bodegones de Arrieta, señaló que el pintor comenzó a cultivar dicho género aproximadamente en los años 40 del siglo XIX, conocidos en Puebla como alacenas, los cuales incluso serían apreciados por artistas contemporáneos como los escritores Guillermo Prieto y Manuel Payno. Cuatro de estas obras fueron expuestas en la Academia de Bellas Artes en 1855 y llevadas a la Ciudad de México para su exposición en la Academia de San Carlos, cuyos comitentes fueron empresarios que las estaban colocando en sus comedores.

Concluyó que, bajo esa perspectiva, la exposición montada en el Museo Amparo recalca la importancia de la cultura material contenida en los cuadros de Arrieta: lustrosas manzanas, barros recién bruñidos, platerías, porcelanas y cristalerías brillantes, así como ceñidos canastos que se caen por la pesada carga de frutos, acompañados por la mirada inquietante de un gato amarillo que reposa, como los demás elementos, en la mesa dispuesta a la usanza de su siglo.

José Agustín Arrieta, 1803-1874, la ciudad de Puebla en el siglo XIX cuenta con apoyo del estímulo fiscal del Artículo 190 de la LISR, mejor conocido como Efiartes, y de las empresas Pinturas Osel y Ternium. Se exhibe en las salas de exposición temporal del Museo Amparo (2 Sur 708, Centro Histórico de Puebla) hasta el 14 de julio.